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Las siguientes semanas fueron un auténtico caos para Anahí.

El vestido de novia que ella había comprado no estaba y Susi le había confesado que lo terminó vendiendo para poder pagar el alquiler del mes pasado porque le habían echado del trabajo. Así que tuvo que salir en busca de otro vestido y su madre tuvo que volar varias veces en el avión privado de Alfonso para acompañarla. Una organizadora de bodas se encargó de todos los preparativos siguiendo sus gustos, pero muchas veces le tocaba acompañarla para decidir entre una cosa y otra y eso la saturaba y la ponía nerviosa. Alfonso apenas había parado en casa y esa era otra cosa que la llenaba de ideas disparatadas como que ya se había cansado de ella o que se había agobiado ahora que la boda era definitiva.

Un día se había levantado y le había confirmado que la prensa se había enterado de que se iban a casar, y que empezaban a circular rumores sobre su embarazo y acto seguido se había levantado malhumorado y se había encerrado en su despacho hasta que había sido hora de ir a trabajar. Volvía tarde y muchas veces no le hacía el amor cuando llegaba, como en otras ocasiones, cosa que a Anahí le daba a entender que ya no la deseaba como antes y que al fin y al cabo, tampoco estaba siendo todo lo sincero que le había prometido que sería.

— Come un poco más, Anahí.

El día de su boda había amanecido con el estómago revuelto. Estaba ya de cuatro meses y, aunque las nauseas habían desaparecido casi por completo, se sentía más cansada y revuelta que antes. La tripa se le había empezado a notar y había terminado por escoger un vestido holgado pero bonito que me disimulaba los kilos de más que tenía encima, pero le hacía lucir hermosa e inocente.

Luisa estaba obligándola a comer porque sino luego se desmayaría, como le había pasado varias veces en esas semanas. Por lo menos Alfonso no se había enterado de ninguna, porque la mayor parte del tiempo había estado sola o con su madre.

— No me apetece más, mamá. Estoy revuelta, si como algo lo terminaré echando sobre mi vestido de novia... Y no tengo otra cosa que ponerme.
— Oh, cariño. Esta bien —dijo, abrazándola—. Solo quería asegurarme de que comías bien para que no te mareases ni nada por el estilo. Es tu gran día, cielo, nada puede salir mal.

Anahí no estaba segura de eso pero no le quiso decir nada a su madre porque en su mente, ella y Alfonso se amaban locamente y se casaban porque no podían soportar no estar casados más tiempo. Además, no era la primera boda fallida que vivía, rió irónicamente, Alex llevaba llenando su mente los últimos cinco días. Alfonso se había alejado de ella, así había empezado todo con Alex, ¿sería capaz de abandonarla igual conociendo su historia? Sintió como le empezaba a faltar el aire y como sus pulmones eran incapaces de funcionar.

Alfonso colgó el teléfono por quinta vez aquella mañana. Llevaba semanas investigando los movimientos de Alex Turner y su reciente esposa, Alice Turner. Ambos trabajaban juntos, así que pasaban prácticamente las veinticuatro horas del día pegados el uno al otro, algo que era sumamente cansado ya que muy pocas veces estaba solo. Pero lo estaba, y cuando eso pasaba, el donjuán que había abandonado a Anahí se dedicaba a beber y jugarse su dinero, y seguramente el de su esposa.

Cuando descubrió eso, no pudo contenerse más e intentó organizar una timba para jugar contra él y sacarle poco a poco su dinero para devolvérselo a Anahí lo antes posible. Al final, había ido sacándole el dinero poco a poco durante las dos últimas semanas. Había dejado de hacerlo cuando la noticia del matrimonio con Anahí había salido en los periódicos, por si lo terminaba reconociendo, pero había seguido mandando a alguno de sus mejores hombres para seguir consiguiendo el dinero.

Cuando llegaba a casa, Anahí ya estaba profundamente dormida, de lado y con la cara relajada, abrazando su vientre con una mano y la almohada con la otra. La miraba hasta que se quedaba profundamente dormido a su lado y soñaba con ella. En realidad, la veía con los ojos abiertos también, aunque no estuviese a su lado, aunque no estuviese con ella. Se había metido muy dentro de él y cada vez le era más difícil sacarla de su mente.

Embarazo inesperadoWhere stories live. Discover now