El mundo actual contaba con la protección de un hechicero bastante fuerte que incluso logro darle el equilibro que se ignoraba tener, tanta era su fuerza y talento nato que se prohibió así mismo hacer literalmente cualquier cosa esto por el bien de...
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Escuela Preparatoria de Jujutsu.
15 horas después del terror desatado.
Objetos especiales robados: 0
Heridos: 8
Muertes: 0
Desaparecidos: 1
Sentado en las escaleras con la mirada apuntando hacia el suelo, sus piernas extendidas sin ánimos de si quiera saber la hora del día o la madrugada.
Sus dedos pasaban por su propio cabello intentando disminuir su impotencia y cólera.
Al principio de las escaleras, Suguru Geto que miraba una vez más la espalda encorvada de su amigo, después de darle el informe y detalles específicos Satoru quedo en un silencio autoimpuesto.
Itadori Yuji fue raptado por un brujo.
No había el mínimo rastro que pudiesen seguir, un insignificante hilo que jalar para perseguirle.
La descripción de Fushiguro coincidía con el hombre que le dio la trampa maldita y Gojo comenzaba a creer que destrozar media ciudad para encontrarle sería una buena opción.
—¿Cómo está? — Shoko le pregunto a su compañero, que se acercaba lentamente.
—Mal— Suguru retiro una delgada liga negra de su muñeca posteriormente, ato sus cabellos largos en un moño alto sin permitir que su flequillo escapara— está en un conflicto con él mismo, decidí darle espacio mientras participo en el interrogatorio pero le recalque que lo necesitamos para que los seis ojos analicen al... sujeto.
Shoko asintió lentamente dándole paso a su amigo hacia otra sala del colegio.
—Hey...— la chica susurro ganándose de nuevo la atención de Suguru que había ladeado solo su cabeza— ¿es cierto?
El chico pelinegro le dio una mirada de enigma total.
—Que... el sujeto atado con las cadenas especiales es... ¿otro Yuji?
Suguru suspiro iniciando una caminata lenta hacia su destino.
—Espero que solo sea una broma de pésimo gusto.
Bajo el colegio existía un lugar de máxima seguridad y oscuridad.
Un lugar donde solo pocos tenían el permiso de acceder, tan íntimo y misterioso que inclusive el director no podía visitar a menudo, no había razón ya que no había nada que esconder en ese lugar desde hace cien años... hasta ahora.
Las rodillas chocando con el suelo.
Los brazos extendidos en cada extremo envueltos en cadenas con pergaminos antiguos, cada muñeca soportando un fuerte peso similar a un auto, su cintura de igual manera atada con cadenas pesadas, su rostro oculto en una bolsa de tela negra.
