Capítulo 10.

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 —Sé cómo voy a sacaros de aquí.

Sus palabras fueron acogidas tal y como ella había esperado, la misma reacción que ella se había imaginado durante el interminable día que había pasado dando vueltas en sus aposentos, rumiando la idea una y otra vez. Bueno, no. Fueron más o menos fueron como pensó que serían.

Seryuu la miró, en un expectante silencio. Kija abrió los párpados por la sorpresa e instantes después, frunció el ceño, como si no hubiera asimilado del todo sus palabras. Sin embargo, Hak, por otro lado...

Creyó que se enfadaría. Imaginó, también, que podría reirse en su cara y con palabras mordaces le haría ver lo estúpida que era al volver a intentarlo. Su intención nunca habría sido herirla, por supuesto, pero su deseo de que permaneciese segura y a salvo entre los muros del castillo prevalecía por encima de todo, incluso del decoro.

Después de lo que había ocurrido la noche anterior, Yona no sabía que cara poner, qué decirle o cómo comportarse a su alrededor. Era una pequeña astilla clavada en la cabeza que la atosigaba constantemente. Así que supuso que la tensión que se había creado entre ellos por el beso de anoche y la descabellada idea que pensaba plantearles haría que Hak explotase de alguna manera u otra contra ella.

No obstante, lejos de la realidad, lo único que obtuvo como respuesta por parte de Hak fue la más absoluta contención... y curiosidad.

Aquello le puso más nerviosa que si se hubiera puesto a decirle ¡no, no, no! una y otra vez sin darle tiempo a exponer o defender su idea.

—¿Qué se te ha ocurrido? — preguntó Kija con moderada precaución.

Sobre ellos, pesaba lo sucedido hace seis meses atrás: Además de la conversación (que terminó en pelea) que tuvieron, lo precipitado de los acontecimientos. Como Yona desapareció y ellos no pudieron hacer nada por ayudarla, como se quedaron incomunicados a pesar de que estaban a poca distancia. En base a eso, Kija estaba mirándola como si en cualquier momento fuera a correr lejos de allí para trepar con sus propias manos el muro que la aislaba del resto del mundo.

—He hablado con mi padre y le he hecho una sugerencia— sonrió ufana consigo misma—: quiero ser la reina que Kouka merece.

La sorpresa en los tres rostros -insospechada en Seiryuu, esperada en Kija y... bastante cómica en Hak- casi la hizo reír, pero se contuvo a tiempo.

Ao saltó desde una de las barras. Yona estiró el brazo en un acto inconsciente y le sonrió a su peluda amiga cuando esta se aferró a su manga. Después, alzó la mirada y la clavó en Hak.

El muchacho se recompuso, cruzándose de brazos y arqueó una ceja inquisitiva hacia ella.

—Todo esto surgió por una noticia que me dio mi padre hoy, en el almuerzo. Él me dijo...— tragó, repentinamente nerviosa, pero no dejó de hablar— Me dijo que Mundok ha nombrado un nuevo Jefe. Él está bien— se apresuró a aclarar cuando vio el ensombrecimiento del rostro del muchacho— Está bien, me lo ha asegurado. Solo... bueno, decidió que era el momento de ceder el puesto.

Hak, con el rostro circunspecto, apartó la mirada y Yona se preguntó si sabría quién de sus compañeros -antiguos compañeros- había sido el elegio. Por desgracia, a ella no le había dado tiempo preguntarlo por el devenir de la conversación, pero le hubiera gustado ayudar en todo lo posible a Hak. Sabía... se imaginaba lo que debía estar pensando...

—Por eso, mi padre va a marcharse del castillo por tres días— siguió hablando con un ligero carraspeo, pasando a observar a Kija, quién había estado guardando silencio en respeto—. Intenté conseguir que me llevara, pero desde el primer momento sabía que esa idea estaba condenada al fracaso, así que fui por otro camino. Como pronto es mi dieciséis cumpleaños, le he dicho que me gustaría celebrar una fiesta. Aquí, en el castillo— Kija puso cara de estar entendiendo lo que quería decir y una pequeña sonrisa empezó a formarse en sus labios— No estuvo muy de acuerdo al principio, pero apelé a mi cargo de princesa y mi deseo de empezar a formar parte en la política del reino y creo que pude plantar una semillita en su cabeza.

Noche sin LunaWhere stories live. Discover now