Park le prometió a Minahn que estaría junto a ella toda la vida. Pero eso es algo que nadie más sabe. Es un secreto.
Y es que claramente tiene que serlo...
Porque Park es el maestro y Minahn es la alumna.
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¡ESPECIAL DE ANIVERSARIO BANGTAN 2022...
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Narra Minahn:
Nuevamente estaba haciendo sonar mi teléfono. Una y otra vez. No dejaba de molestarme todos los días. Incluso en las frías madrugadas alteraba mis sueños con sus llamadas telefónicas. Pero eso no era lo único que temía de él, lo peor sucedía cuando él me iba a visitar.
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—Ya te dije que no vengas cuando mis padres están en casa —Le grité, intentando no hacer mucho ruido.
Estaba saliendo del balcón de mi habitación y encaminándose al interior de esta.
—Te extrañé, mi amor.
Me daba asco que me llamara así. Su comportamiento me estaba agobiando hasta el punto de querer llorar. Sentía tanta impotencia.
—¿Puedes irte?
—No, porque he venido por ti. Hoy tenías que darme algo. Ya sabes, nena...
—Deja de llamarme así —dije, arrastrando las palabras.
Se plantó frente a mí con esa mirada de superioridad que penetraba mi alma. Todas esas semanas había sido dominada por él.
—¿No te gusta que te llame así porque no quieres que te recuerde a tu ex novio? Ese idiota... —Tomó mi cuello con una de sus manos y empleando demasiada fuerza impactó sus labios contra los míos.
Era tan duro al besarme que no podía seguirle el ritmo. Tampoco deseaba hacerlo, pero me había amenazado sutilmente que si no lo complacía, él le haría daño a la persona que más amaba en mi vida. Tenía miedo.
El movimiento de sus labios sobre mi cuello me habían distraído de lo que estaban haciendo sus manos sobre mi cuerpo, desapareciendo las prendas que me cubrían.
Estaba temblando. No era como si Jimin estuviera tocándome; aunque quería pensar e imaginar que él lo estaba haciendo.
Mi blusa cayó al suelo y luego de tumbarme sobre la cama, se deshizo de mis pantalones cortos.
Mientras intentaba fantasear con Park Jimin dando besos sobre mis muslos que emprendan un recorrido ascendente condenadamente hasta mi entrepierna, mantenía la vista por encima de su cabeza, admirando los músculos que se formaban en sus hombros y brazos, para después fijarme en el techo y con un rápido latido de mi corazón, volver a sollozar en silencio.
