Capítulo diez

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|matrimonio|
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La fiesta junto a la familia de Alana eran todo un caso.

Aquellas personas que decían ser sus familiares, eran bastante agradables, aunque como todos, tenían sus problemas, y eso quedó en evidencia cuando en la cena del día antes de la boda, todos comenzaron a discutir, por los terrenos de la abuela.

Por lo que Mikey e Izana lograron comprender, el tía de Alana —el mayor de los hijos de la señora— quería poseer un terreno más grande que el resto, por el simple hecho de ser el "heredero" de la abuela, pero el resto se rehusaba a aquello, diciendo que todos eran hijos y que todos deberían tocar lo mismo.

Pero para la desgracia de ellos, Alana era la que se quedaría con todo.

O al menos la mayoría.

Era un secreto de las dos, nadie sabía de aquello.

—Ya paren con su webeo. —habló la señora. —No les voy a dar niuna wea a ninguno.

—¿Qué? —preguntó aquel tío que llevaba tiempo alegando.

—La Anita es la que se va a llevar todo, porque es la única que se preocupa por mi. —finalizó.

Nadie sabía nada hasta ese momento.

Sus amigos —y los dos colados— la observaron, con total confusión.

Alana no les había dicho nada como eso, sabían la historia de su abuela y del señor con el que se casó por conveniencia, pero, nunca les dijo que ella sería la dueña de todo aquello.

Ahora tenía sentido que ella tuviera un piso para ella sola, o aquella habitación en la casa de su abuela.

—¿Eso es posible? —preguntaron los hijos de la señora.

—Ya hicimos los tramites, así que se aguantan. —dijo su abuela antes de seguir comiendo.

Sus hijos, la miraron con completa confusión, totalmente extrañados ante aquello. Alana por su lado, siguió comiendo en silencio, evitando por completo las miradas que sus tíos o sus primos le daban. Aunque en un momento a otro, levantó la mirada hasta chocar con la de su amigo tatuado.

"¿Así que no tenías dinero?"

Aquello nunca lo dijo, pero la muchacha podía jurar que aquella mirada decía eso en cada momento.

Alana se encogió en su puesto, aquellas miradas le incomodaban.

—Entonces no hay nada más que hacer. —dijo su tío, antes de seguir comiendo.

Aunque si bien, su nieta no iba a recibir toda la herencia de su abuela, si recibiría la mayoría de ella, junto con la mayor parte de los terrenos y la casa en la que todos estaban en ese momento.

Lamentablemente, para sus tíos y sus primos, Alana siempre fue la favorita, ya que, ella siempre era la que le hacia compañía a su abuela, haciéndole compañía, visitándola o regalándole cositas, Alana fue siempre, la más apegada a ella y probablemente la que más la quería de toda su familia, desde que había nacido hasta ese mismo momento.

Y gracias a que su abuela era una mujer de edad bastante sana, no había tenido problemas en dejar todo para su nieta, haciendo los papeles correspondientes por voluntad propia, aun cuando aquella muchacha de labios rojizos había dicho que no era necesario todo eso, pero su abuela quería asegurarse que su nieta tuviera la vida que siempre quisiera.

—¿Y cómo se conocieron ustedes? —preguntó la abuela hacia los amigos de su nieta.

Manjiro —quien estaba sentado a su lado—, la miró, tragó lo que tenía en la boca y le sonrió.

RedLips |Ken Ryuguji|Where stories live. Discover now