T h r e e

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Segundo Acto: Un perro para el sicario

...

Decir que lo primero que hizo después de llegar a casa fue dormir como un bebé .... es una completa mentira de su parte.

No recuerda muy bien lo que paso, porque se emborrachó como nunca mientras lloraba como un niño pequeño y pedía a gritos que su papá llegará pronto a casa. Su último recuerdo fue de su cabeza metida en el WC mientras vomitaba todo lo que había comido durante el día y después, despertó con una resaca asquerosa y un tono de piel amarillento que lo hacía lucir como un zombie.

Pero eso fue hace un mes atrás... ahora se encontraba en la oficina de reuniones leyendo el acuerdo al que llegó con unos socios alemanes de tráfico de psicoactivos que Jeon no pudo atender.

Hasta el momento, agradeció no volver al Infierno de Dante de nuevo, aunque sabía muy bien que en algún momento lo haría, pero... prefería disfrutar lo último que le quedaba de estabilidad mental y centrarse en hacer su trabajo bien.

No negaba que habían pasado varias autorizaciones de ejecuciones en dicho lugar y los demás sitios por sus manos, ya que, lamentablemente, él era el encargado de aprobar dichas solicitudes.

Mierda se sentía como un verdugo, pero para que mentirse, si eso era en estos momentos.

— Misuk— llamó a la mujer y esta alzó inmediatamente su cabeza — ¿Puedes decirle al señor Jeon que iré a la azotea a fumarme unos cigarrillos?— preguntó, poniendo su cara de cachorro extraviado.

La castaña suspiró fuertemente mientras negaba con la cabeza. Odiaba no decirle que no a esa hermosa cara.

Ahora entendía el porqué su jefe estaba obsesionado con ese chiquillo.

— Esta bien— respondió a su petición — No tardes mucho— advirtió.

— Si, señorita— respondió, guiñándole un ojo antes de salir de ahí mientras se colocaba su abrigo color negro.

Subió el ascensor y apretó el número que daba a la azotea. Posó sus manos dentro de los bolsillos de su chaqueta y miro el techo para matar el tiempo.

Quería morir, después de estar viviendo veintitantos años, por primera vez... estaba pensando en su muerte y no en forma de broma, sino en forma de que ya debería comenzar a buscar un jodido psiquiatra.

Las puertas se abrieron en el pasillo con escaleras y salió de ahí inmediatamente mientras subía los escalones de dos en dos.

La urgencia de fumar era real, literal, cada vez que veía la cara de su jodido jefe tenía la enferma necesidad de llevarse un jodido cigarrillo a los labios, y eso era demostración pura de lo ansioso y nervioso que lo ponía con tan solo escucharlo respirar.

Abrió la puerta que daba a la azotea y salió, sintiendo el aire frío de invierno llegar a su rostro y los débiles rayos de sol filtrarse por sus ojos.

Saco sus lentes de sol de los bolsillos y se los puso mientras caminaba hasta el borde del barandal. Habían algunos trabajadores que lo saludaron con la típica reverencia (que aún no se acostumbraba a recibir) y solamente hizo un ademán con su cabeza en forma de saludo.

Domination // JJKxKTHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora