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Steve pasó por delante suya.

Dustin rodeó el sofá.

Once y Mike se siguieron mutuamente en el camino de ida y vuelta a la cocina.

Jonathan hablaba con Nancy y Argyle junto a la puerta.

Will se sentó a su lado y lo miró.

Robin corrió hacia Steve.

Steve tropezó con Robin.

Pum.

Apretó las manos con fuerza y trató de respirar para no sacarlos a todos a empujones de la cabaña.

-Lo siento- pronunció Robin.

Y, por un segundo, pensó que, por fin, alguien había reparado en que él estaba allí, que estaban invadiendo su casa y, ahora también, tirando al suelo sus cosas.

-Lo siento- repitió la chica, recogiendo la radio y levantando la mirada para decirle, por tercera vez, -lo siento- a Steve.

Hopper volvió a inhalar muy profundamente y... antes de que pudiera exhalar, la puerta corredera del baño se abrió, dejando que Joyce descubriera, de golpe, como los amigos de sus hijos pululaban por la casa.

-¿Qué...?- se movieron sus labios mientras fruncía el ceño y agrandaba sus ojos al cruzarse de frente con Dustin.

Buenoz díaz, zeñora Byers!- pronunció él con su habitual simpatía.

-Buenos días, Dustin- esbozó una pequeña sonrisa al chico y luego paseó su mirada por el resto del salón para encontrar a Hopper sentado en el sofá.

-Hey- la saludó su mirada.

-¿Qué hacen todos aquí?- le preguntó con un gesto.

Él puso sus ojos en blanco.

Ella soltó una pequeña risa.

-¿Salimos?- continuó con aquella conversación sin palabras.

-¿Quieres un cigarro?- señaló ella el paquete que había sobre la mesa.

-Sí, por favor- se levantó.

Joyce sonrió un poco más, cogió el tabaco y el mechero y sorteó a los chicos para salir por la puerta seguida de Hopper.

-¿Y estas cajas?- casi tropezó con ellas al ir a cruzar el porche.

-Ropa- pronunció Hopper, -esa chica y Steve la han traído del colegio: donaciones- terminó aclarando.

-¿Para nosotros?- arrugó otra vez el gesto.

-Sí- asintió y suspiró antes de verla agacharse para abrir la caja y comenzar a mirar la ropa.

Habían dormido todos con lo puesto y Joyce había llegado a ducharse para volver a ponerse la misma ropa que les habían llevado a comprar poco después de aterrizar, así que entendió que lo que buscaba, con cierta desesperación, era algo para poder cambiarse, pero no lo encontró.

Había tallas demasiado pequeñas o demasiado grandes.

-Esto te estará bien- le tendió un par de pantalones vaqueros, y... -estos para Will- sacó otro marrón.

El resto: un montón de camisetas de colores brillantes, un par de vestidos que ni de broma se pondría y camisas a las que le faltaban algunos botones.

Joyce suspiró y cerró los ojos un instante para tratar de mantener cierta calma.

-Hey- la llamó Hopper, asustado por lo que pudiera estar pensando.

I got youWhere stories live. Discover now