Capitulo 2: Nate

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La semana trascurrió con normalidad. El calor comenzaba a pegar más fuerte debido a la llegada del verano. Notar el calor del sol incidir sobre mi piel, calentándola era algo que me volvía loco. En estos meses me sentía algo más fuerte, por el calor y por el sol ,supongo.

Todo esto del calor, ya me pasaba desde pequeño, de hecho todo empezó cuando tenía tres años.

Mi anomalía no apareció así porque si, se fue desarrollando progresivamente hasta que logre controlarla, mas o menos. Cuando sufrí el primer ataque no podía hablar, estaba completamente desorientado y la sangre caía a borbotones de mi nariz. A partir de ahí, nada volvió a ser lo mismo, los ataques me daban de vez en cuando y tuve que mantenerlo en secreto hasta que no pude controlarlo y estallé delante de un collector.

El día que estallé fue el día de la muerte de mis padres.

Recuerdo como todo me dolía y como ver los cuerpos de mis padres tirados en el suelo me mataba. Recuerdo el calor, como subía por mis piernas y como llegaba hasta todos los extremos de mi cuerpo. Recuerdo el fuego rodeándome y luego, no recuerdo nada más.

Cuando desperté el collector estaba hablando con los de adopciones, explicándoles mi situación. Supuse que no eran los de adopciones, así que me levante a duras penas y corrí.

Ahora, cuando paseo por las calles y miro las casas o a familias felices, nos recuerdo a nosotros, cuando yo solo tenia cinco años. Los ojos de mi madre me miraban con una ternura que solo una madre puede dar y mi padre me repetía que yo iba a ser grande e impórtate, con su mirada de orgullo clavada en mis ojos.

De vez en cuando me plateo dejarlo todo y entregarme a la ciencia del gobierno, para poder pensar que de verdad soy importante y que mi padre no se equivoco. Pero segundos después me doy cuenta que no merece la pena porque me maltratarían un tiempo y cuando viesen que soy igual que los demás y no sirvo, me echaran.

En mi ciudad todos los "Atrapa Sueños" controlamos el fuego, ya sea en menor o mayor cantidad. Se dice que hace mucho tiempo, existió un chico capaz de crear un calor tan intenso, que los edificios de los alrededores quedaron abrasados. Antes éramos una novedad, ahora solo somos ciencia. Nos reclutan y nos utilizan para investigar.

El calor hacia que el hedor de las alcantarillas impregnase toda la ciudad de un olor parecido al pescado. Todos los días me metía por el callejón de la Calle Cuarta, y entraba en el sótano del mercado de Lusilda.

El mercado era un sitio ilegal donde todo el mundo era bienvenido, no se hacia distinción entre atrapa sueños o monótonos, se llamaba monótonos a los que eran normales. En el mercado podías encontrar de todo, desde comida barata, hasta una cabeza reducida.

Era un mercado de unos 30 puestos, subterráneos y, que gracias al ruido que hacia el tren al pasar por las vías cercanas, ocultaba su griterío. Conocía a mucha gente del mercado, gente de siempre, que llevaba yendo allí mucho tiempo. Estaba Sam, el mercader de la pata de palo que era tatuador y Sandy, la pirata. Al primero lo conocí cuando me quede solo. Estaba muerto de frío y de hambre, y el me acogió, me llevo a su estudio dentro del mercado y me cuido durante un tiempo. En seguida supo lo que yo era, y en vez de alejarse por miedo, me sonrío. Yo estaba acostumbrado a que todo el mundo me rechazase, era el primero que no lo hacia. Me dijo que no me avergonzase de lo que era, que era lo único que iba a estar conmigo para siempre. Cuando me fui, me regalo un tatuaje, y yo gracias a lo que me había enseñado, decidí tatuarme una llama negra, en mi espalda. Seria de grande como mi mano y subía muy poco por mi cuello.

Al final, un tiempo después, decidí ampliarlo. La llama se extendía por toda mi espalda, y bajaba por los brazos en forma de espiral. Se me enrollaba en ellos como una enredadera y le di unos tonos de rojo para hacerlo mas vivo. Max dice que cuando hago una pequeña chispa o una llama o estallo, el tatuaje parece moverse como si de verdad fuese una llama.

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