Capitulo 1

194 4 1
                                    

Samantha

Sábado 16 de febrero del 2019.
San Diego, California.

El vestido me estaba asfixiando, pese a ser de una delicada seda, se sentía como si fuera del material más grueso y lastimero. Veía mis uñas, arregladas con una manicura perfecta, engalanando aquel diamante que coronaba un fino aro de oro.

Me dolía la garganta por los gritos que deseaba profesar.

Los nervios me estaban traicionado mientras estaba en ese cuarto, adaptado en la parte de atrás de la iglesia donde me encontraba. Paredes que quizá en los 90's se mostraban con muchísima elegancia y hoy daba un aspecto demasiado vintage hasta para mí, recubierto de tiras de madera. Los muebles que olían de forma fuerte a humedad, disfrazados con tonos de lavanda y menta.

Mi cabello, normalmente rizado, se encontraba perfectamente alisado, como a mi prometido le gustaba. Mi cuerpo acentuado con ese vestido que mi suegra y cuñada me obsequiaron. Mis pómulos que adornaban un rostro bonito, de labios carnosos y ojos verdes, maquillados de forma que deslumbraba,

Mi madre de quien con orgullo puedo decir soy una copia exacta, se abanicaba, con las manos ante el calor, aun que mas bien pienso era por los nervios que le provocaba esta situación.

-Hija...-me llamo tratando de poner una máscara de fingida tranquilidad-estoy segura de Tom no debe tardar-

-Claro-murmure, sin dejar de ver mis uñas. "Seguramente, llegar tarde 1 hora a tu boda a escondidas, debe tener un buen motivo"

Se escuchaba ya hasta el tic tac del reloj cucú, de esos que sacan sustos de muerte cuando brinca un pajarillo. La puerta entreabierta dejaba ver al sacerdote, charlando amenamente con mi padre, quien pese a su desacuerdo de hacer las cosas de esta manera estaba ahí, apoyándome como siempre.

-Creo que debemos irnos- me puse de pie al tiempo que mis traicioneros ojos se cristalizaban, sonriéndole a mi madre que ya no ocultaba las lágrimas, más por rabia que de tristeza-No llores, es lo mejor- le dije mientras la abrazaba, dejando que su perfume me confortara.

-Mi niña-sentí como mi padre se unía en ese abrazo, tratando de juntar mis pedazos antes de desmoronarme por completo. Recargue mi cabeza en el dejando que un par de lágrimas traicioneras hicieran su aparición.

Unos golpes en la puerta rompieron el abrazo, dejando que mi padre se alejara para abrir.

-General Smith-saludo una voz gruesa a mi padre

-coronel Salvatore-Correspondió el gesto

"Genial, el amigo que se negó a conocerme" pensé con ironía, de los invitados de mi novio, el único que llego contando a mi "prometido" fue el único que ni la molestia de confirmar su asistencia fue capaz, y hora y media más tarde.

Me gire levantando el mentón, incapaz de dejarme ver como la victima de este cruel drama. Iba perfectamente vestido con su traje de gala, como dicta el ejército. Con su 1.90 enmarcando su cabello negro y ojos del mismo color. Sus fornidos brazos y su cuerpo que debería ser ilegal mostrar para la cordura de todas mis compañeras de género, estaba en la puerta con la mirada fija en mí.

-Señorita Smith-Me saludo, usando formalismos como si no fuese el mejor amigo del hombre que me había dejado esperándolo, extendiendo con su mano un sobre color manila-Esto es la explicación a lo que está ocurriendo-hizo una mueca cuando por breves segundos nuestros dedos rozaron al recibir el sobre.

-General, quiero que sepa, que de haberlo sabido no lo hubiera permitido-Se giro a mi padre-El primer ministro se enteró hace menos de una hora, y me encomendó venir a hablar con ustedes de inmediato. Aun no logro entender...-Continúo hablando con mi padre y yo bloque su "sexy" voz por completo, abriendo de forma temblorosa el sobre y sentándome en el viejo sillón donde por mas de una hora esperaba poder tener mi "final feliz".

La esposa del CoronelWhere stories live. Discover now