26. Secretos que enloquecen.

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Esto no está pasando.

Lo único que puedo hacer es repasar a todos con la mirada y maquinar las posibles respuestas de todo. Y es que, los únicos hombres presentes son el abuelo, Henry y... el señor Hugo, pero eso es imposible, porque eso significaría que Henry y yo somos familia o aún peor... hermanos.

No, de ninguna manera.

¿o sí?

—No está sentado en esta mesa — aclara la abuela, al imaginar lo que estaba pasando por la cabeza de todos.

¿Ella también está involucrada? ¿Quién más lo sabrá?

Debí suponerlo cuando contaron todo aquello en plural.

—Siéntate, por favor — pide Hugo, mientras revisa el móvil —Artur — llama al mayordomo, quien ha estado en la cocina todo este tiempo. No respiro — ve a abrir.

Me han engañado de nuevo y he caído vilmente.

El aludido no tarda nada en acatar la orden y dirigirse a la entrada. El tiempo de espera me parece eterno y de forma inconsciente bajo las manos hasta mis muslos y me incrusto las uñas.

Esto no me da buena espina.

Por un tiempo si tuve la curiosidad de querer saber quién era mi padre, pero eso terminó. Está en el pasado y no estoy interesada en él, en lo más mínimo.

Gracias al silencio sepulcral se escucha como personas se acercan cada vez más a nuestra ubicación y no sé a dónde mirar, ni como debería reaccionar. Lo único que hago es meter las uñas en mi muslo a medida que el corazón se me acelera.

Si el ambiente ya se siente tenso, la cosa empeora cuando frete a nosotros se posa Lucas y lo sigue un hombre de mediana edad.

Todo este tiempo no me muevo, no pestañeo y ni siquiera estoy segura si respiro.

El hombre parece enfermo, pero, aun así, muestra una elegancia arrebatadora. Es ese tipo de persona a la que te le quedas viendo y no sabes ni por qué, simplemente tienen cara de ángel y es una reacción normal.

—¿Qué sucede? —Lucas es el único capaz de decir algo. Aunque dudo que sepa algo de lo que sucede realmente, por su pregunta y porque luce completamente perdido ante nuestra reacción.

Bien, por lo menos no todos me han estado viendo la cara.

—Sucede que ahora tienes una hermana — responde Helen, aun enfadada.

—¿De qué es...? —Lucas intenta seguir interrogando, pero el señor como sea que se llame, no se lo permite, debido a que lo interrumpe.

—Quisiera hablar con mis hijos a solas — dice todo aquello tan tranquilo que me dan ganas de levantarme y darle un bofetón para que despierte y sea consciente de la realidad.

¿Es que no se da cuenta lo mucho que esto nos afecta?

—No te creas con el derecho de llamarme tu hija —soy la primera en responder.

—Quieras o no, lo eres —responde igual de sereno.

—¿Cómo puedes ser tan descarado? —cuestiono usando un tono defensivo, pero no alterado. No pueden y no deben saber que esto me afecta —No te conozco, ni llevo tu apellido y ya sabes lo que dicen, padre no es el que engendra sino el idiota que da su apellido.

—¿Estas llamando idiota a tu "padre" por darte su apellido? —menciona la palabra padre, haciendo énfasis en las comillas

—Yo no tengo padre, no te confundas.

Fingiendo InocenciaTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang