Feliz Cumpleaños

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Se acercaba el cumpleaños de Jane.

Era el primer cumpleaños que pasaría con él desde que se conocían. Ella sabía que no le gustaba festejarlo, ni recibir regalos, lo que no sabía era el motivo. Cuando fue contratado por el CBI, tuvo que leer detenidamente su expediente, era su obligación ya que estaría en su equipo. Inevitablemente supo la fecha de su cumpleaños, pero nunca mencionó nada al respecto, pues no era de su incumbencia, pero con el correr de los años obtuvo más confianza y un día se animó a comentarlo.

FLASHBACK

Estaban en la oficina de Lisbon, ella terminando de escribir unos informes y él estrenando el sillón color bordó recién comprado. No era tan cómodo.

- ¿Cuándo terminarás todo ese papeleo? Muero de hambre. -Preguntó con los ojos cerrados.

-Dame un minuto.

-Puedes terminar después.

-No.

Jane dejó de insistir luego de soltar un bufido.

-La semana que viene es tu cumpleaños. -Soltó de repente. Jane frunció el ceño, aunque no abrió los ojos.

-Sí.

-Podríamos organizar alguna fiesta, o algo más tranquilo si lo prefieres… -Comenzó a decir, pero fue interrumpida por su mano en el aire.

-No me gustan las fiestas, ni los regalos.

La cara de Lisbon decayó un poco. No sabía por qué, pero se sintió decepcionada. Tal vez era porque la idea de ver a Jane en un ámbito relajado y de diversión la reconfortaba. El hombre había pasado por mucho, ella había empatizado con él, ¿cómo no hacerlo?

-Oh, ok. -Contestó. -Bien, ya terminé. -Jane se incorporó sonriendo.

-Al fin.

FIN FLASHBACK

Tal vez no le gustaban las fiestas, pero no pasará ese día solo, estará con ella. Y definitivamente recibirá un obsequio. Sonrió cuando el regalo en cuestión se presentó en su mente, y se imaginó la reacción de su novio. Novio. Se sentía raro todavía, pero le gustaba mucho.

-No hagas trampa.

La voz de Jane la sacó de sus pensamientos. Estaban sentados en el suelo de la sala, jugando ajedrez. Él, por supuesto, iba ganando.

- ¿De qué hablas? -Preguntó, alzando una ceja.

-Estás sonriendo, me distraes.

Tuvo que soltar una carcajada ante eso. Este hombre era muy cursi.

- ¿Mi sonrisa te distrae?

-Sí. Dime, ¿cuál es el motivo de tu sonrisa? -Jane movió una pieza.

-Tu cumpleaños. -Ella jugó.

-Oh, eso. -Se quedó pensando un momento hasta que decidió hacer su jugada. - No estarás planeando una fiesta sorpresa, ¿verdad? Porque no me gusta y lo sabes.

-Mmmh. -Lisbon movió su pieza, robándose una ficha de Jane. -Si con fiesta sorpresa te refieres a toda una noche de sexo sin descanso…

Jane la miró y sonrió de lado. Pequeña pervertida.

- ¿Será una fiesta privada?

-Solo tú y yo.

-Bueno… me hubiera encantado una stripper.

La idea era molestarla, ponerla celosa, jugar un poco, que frunciera el ceño y le arrojara el alfil en la cara. Pero cuando la miró, sus ojos verdes estaban brillosos y oscuros, y no había nada de molestia allí.

-Tendrás una stripper. -Lo observó detenidamente. Ya no sonreía y su mirada había cambiado. Estaba pensando en ella como su stripper, eso era obvio. Se mordió el labio en un intento de ocultar su risa.

De repente Jane hizo a un lado el tablero de ajedrez, olvidándose del juego y se acercó a ella.

- ¿De verdad serías mi stripper? -El solo pensarlo lo hizo temblar.

Ella lo acercó más y después de morder el lóbulo de su oreja, le susurró:

-Ni en tus sueños.

Y se levantó de un salto. Y corrió.

Jane se quedó allí, procesando lo que acababa de ocurrir. Ella se había burlado de él. Oh, no, ella se las pagaría.

- ¡TERESA! -Gritó.

Escuchó risas provenientes del cuarto y corrió hasta allí. Apenas entró, una almohada lo recibió, dándole en el pecho.

-Ven aquí, no te vas a escapar.

Lisbon le tiró otra almohada, dándole en la cara y aprovechó para correr hacia la salida, pero Jane fue más rápido y la sujetó del brazo y la atrapó. Forcejearon y entre risas y súplicas, terminaron en la cama, ella encima de él.

- ¿Así que me imaginas como tu stripper? -Seguían riéndose.

Cuando se calmaron, ella seguía sobre Jane, a horcajadas. Se sentía muy bien estar con él, reí, jugar, besarlo, tocarlo, amarlo. Lo amaba. Suspiró y se inclinó hacia él para darle un pequeño beso. Cuando se separaron, apenas unos centímetros, él sonrió y tomó su labio inferior con los dientes, mordiéndola y luego succionando él mismo con sus propios labios. Sus manos inquietas ya acariciaban sus glúteos, presionando y haciendo que mueva las caderas sobre él.

- ¿Me darás una muestra de lo que pasará el día de mi cumpleaños? -Susurró.

-Por supuesto.

Jane no llevaba camisa, sino una camiseta gastada que usaba para dormir, la cual Lisbon comenzó a subir lentamente. Él se incorporó y se la sacó, tirándola por ahí. Ella lo volvió a recostar y comenzó a besarlo con pasión, con fervor, un beso de despedida, puesto que abandonó sus labios y pasó a su mentón, luego a su cuello, lamiendo y succionando su piel, arrancando suspiros y jadeos de su hombre.

Siguió bajando, dejando un rastro de saliva, suspirando contra su piel caliente, porque ella estaba con la misma temperatura. Jane estaba aferrado a las sábanas, intentando controlarse, sintiendo como los dientes de Lisbon mordían y marcaban su piel, y su boca succionaba con fuerza, haciendo ruido como si estuviera disfrutando de un caramelo.

Cuando llegó a sus caderas sintió cómo la respiración de Jane se aceleraba más y se detuvo a ver el gran bulto que escondían esos pantalones. Se alejó un poco y comenzó a bajarlos hasta sacarlos de sus piernas y tirarlos por el suelo. Sus manos volaron hacia las piernas bien tonificadas y las acarició.

-Teresa. -Suplicó.

- ¿Eso fue una súplica? -Ella subió por sus muslos y los apretó.

-Maldición.

Procuró no tocar su entrepierna y enganchó con un dedo de cada mano el elástico del bóxer, lo levantó un poco y lo soltó, haciendo que el pequeño dolor del golpe se combinada con la excitación.

-Teresa…

-Cállate.

Su orden no sirvió para calmarlo, al contrario, lo hizo gemir y no pudo detener su mano, que se posó en la cabeza de Lisbon, enredando los dedos en el cabello. Ella soltó una pequeña risa.

- ¿Ansioso?

Su voz era tan sensual que Jane ya no podía aguantar mucho más. Se incorporó un poco, mirándola deseoso.

- Te gusta hacerme sufrir, ¿verdad?

-Un poco. – Finalmente le quitó el bóxer, dejando ver su atributo al descubierto.

-Ven aquí. -Le pidió, pero ella se alejó.

Se bajó de la cama y bajo la atenta mirada de Jane, comenzó a quitarse la ropa. Tal vez la idea de strip tease no sea tan mala después de todo.




Lisbon se encontraba en la cafetería cerca de la oficina, con Kim y Caroline. Estaba ansiosa. Había preparado todo para la noche y ya quería que llegara el momento en el que le entregara su regalo.

-Es una lástima que no le gusten las fiestas, podríamos haber organizado una buena fiesta en mi casa, ¿verdad, amor?

- ¡Sí! Nos hubiéramos encargado de todo. -Respondió Caroline. -Pero supongo que Jane prefirió una fiesta más… privada. -Ella le guiñó un ojo a Lisbon, quien inmediatamente se sonrojó, mientras Kim reía.




Por primera vez en su vida, Jane estaba feliz el día de su cumpleaños.

En la oficina lo saludaron discretamente, sonriendo sinceramente. Una de las razones por las que odiaba que lo felicitaran era que podía sentir la pena de las personas. En el pasado era una víctima, todos sentían lástima por él. Ahora todo era distinto, y si era sincero, no le hubiera importado una fiesta sorpresa, mientras Lisbon esté presente. Sonrió. Ella se había ido temprano ese día para preparar su “fiesta privada”. Estaba ansioso por pasar toda la noche con ella en ese día tan especial. Además, le advirtió que recibiría un regalo y sentía mucha curiosidad.

Llegó la noche Y Jane finalmente se marchó de la oficina. Cuando llegó a la casa de Lisbon, un aroma a comida lo recibió e hizo que su estómago gruñera. En el tocadiscos sonaba música suave y relajante, haciendo el ambiente más ameno para él. Caminó hasta la cocina, pero no estaba allí, entonces volvió sobre sus pasos y apenas cruzó la sala, la encontró.

Sus ojos la recorrieron sin pudor, escaneando su cuerpo. Llevaba un vestido negro, largo, sin tiras, con un tajo en la pierna izquierda. También tenía unos tacones a juego. Le hizo un gesto con el dedo para que girara, y ella obedeció, dejando ver su espalda descubierta.

- ¿Te gusta? – Le preguntó sonriendo mientras se acercaba a él, quien no podía dejar de mirar su escote.

-Me encanta. – Envolvió las manos en su cintura y miró sus labios, pintados de un rojo fuerte. -Eres preciosa.

Ella lo abrazó por el cuello y se besaron profundamente.

-Ven, vamos a cenar.




Así lo hicieron. Cenaron mientras bebían vino y conversaban de cualquier cosa; después bailaron algunas canciones lentas y terminaron en la cama haciendo el amor. Ahora Jane se encontraba sentado en la cama, apoyado en la cabecera de esta, con Lisbon a horcajadas, comiendo helado de la misma copa.

- ¡Oye! – Se quejó Lisbon riendo, cuando él derramó un poco de helado en su cuello y clavícula.

-Es que el helado es más rico desde tu piel. – Dicho esto, lamió la piel dulce de su novia, haciéndola respirar profundo.

-Jane, espera, todavía falta otro regalo. – Él sonrió.

- ¿Otro regalo? Creí que mi regalo era esa lencería sexy que arranqué de tu cuerpo.

-Mmmh, no. Este es mejor, te lo aseguro.

-Entonces, ¿dónde está?

-Ve a buscar la botella de vino mientras lo busco.

-Bien.

Luego de un beso profundo, salieron de la cama. Él se encaminó hacia la cocina, con una sonrisa de oreja a oreja. Estaba muy feliz. Cuando estaba volviendo, con dos copas en una mano y la botella en la otra, escuchó un ruido en la puerta principal. Frunció el ceño y desvió su dirección solo para cerciorarse de que todo estuviera bien. Entonces encontró un papel. No supo cómo explicarlo, pero tuvo un mal presentimiento. En su mente se convenció de que se trataba de algún sobre para Lisbon, era lógico porque estaban en su casa, pero no podía dejarlo allí. Por curiosidad. ¿Por qué tenía que ser tan curioso? Dejando la botella en el suelo, levantó el papel, el cual tenía un olor a fresas muy particular y cuando lo dio vuelta, se le cayeron las copas de las manos, haciendo un estruendo.

- ¿Jane? – Gritó Lisbon desde la habitación. Pero él no respondió, solo quedó mirando las letras y el símbolo.

Las letras perfectamente delineadas que decían “Feliz Cumpleaños” seguida de una cara roja sonriente.

El símbolo de Red John.

Cruzando La OscuridadHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin