♱"El Cuento"

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| Historia de un solo capítulo. Este es el único |.

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Mi madre era la mejor. Dulce, amable, compasiva y bondadosa, me dió a luz, dándome la crianza más maravillosa, la cual le agradecí toda mi vida, sin sentir la tristeza de haber sido abandonada por mi padre.

Ella era especial, lo sabía. Todas las noches me contaba un cuento, sin cansarme jamás y admirando como cada noche, narraba uno diferente, sin repetir jamás.

A pesar de ser una talentosa escritora infantil, siempre encontraba tiempo para mi dosis diaria, maravillandome en aquel mundo fantasioso incluso en mi adolescencia.

Hasta que un día, ella decidió cambiar la rutina.

—"¿No te gustaría escuchar un cuento más macabro, hija? He escuchado que ahora eres toda una adulta, ¿estas preparada para adentrarte al mundo oscuro de los cuentos?" — Había preguntado cuando yo tenía catorce años, a lo que asentí entusiasta.

Y el cuento comenzó...

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Érase una vez, una hermosa mujer. Su nombre no es importante, por lo que será llamada; "azabache".

Ella era pura y bondadosa, al igual que su madre, por lo que desconocía el verdadero mal que existía. Sin embargo, aquella oscuridad estaba más cerca de lo que pensaba. En su adultez, constantemente la azabache era acosada por una extraña entidad, cuyo ser se manifestaba por las noches cuando ésta cerraba los ojos.

¿Por qué una maldad como esa estaba detrás de una simple mortal?

¿Era su luz enigmática lo que lo atraía?

¿O quizás había mucho más detrás?

Sea como fuere, la mujer estaba asustada. Ella se refugiaba en los santuarios de familiares, pero estos le dieron la espalda cuando las velas se apagaban con su presencia, indicando que su aura ya estaba manchada por aquel ser. Era indigna para la pureza y, a su vez, era demasiado pura para la oscuridad, no encajaba en ninguna categoría, lo que provocó su soledad.

—"¡¿Qué es lo que quieres?!" — Le gritó una vez a los ojos dorados que la miraban desde el rincón más oscuro de la habitación, una noche lluviosa.

El cansancio reflejado en su voz.

Su madre murió, sus parientes le dieron la espalda ante la situación. Sin amigos o pareja, la azabache cayó en el pánico, luego en la desesperación y finalmente, en la confrontación antes de la aceptación.

Aquellos ojos la veían todas las noches. Eran los culpables de todas sus desgracias. La perseguía como si fuera su sombra, aterradonla cuando aparecía de manera borrosa en su espejo, solo para desaparecer un segundo después.

La última vez que se atrevió a dormir, fue arrastrada hacía un bosque en ruinas por una mando con garras que la tomaba del tobillo para tirar de su cuerpo. Sus gritos sin sonido lograron salir solo cuando logró despertar.

Érase una vez | SesshomeWhere stories live. Discover now