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Taehyung se calzó la parte superior de su vestido, un corsé ligero y suave que formaba parte de una blusa con los hombros descubiertos, apenas tapados por encaje y listones. El color celeste claro contrastaba con su piel y su cabello ondulado, libre de moños y alzados que acostumbraba llevar en las fiestas de alcurnia. La falda era similar, con olanes y capas ligeras que se meneaban con el viento. Tomó un broche para el pelo y se lo calzó en la parte de atrás, donde recogió con dos trenzas los costados de su cabello castaño.

— Luces hermoso. — elogió Jungkook a su espalda, mirándolo con hambre insana.

El pequeño Kim se sonrojó rápidamente por el elogio, algo a lo que no estaba costumbrado, y puesto en pie se aproximó a su amante. Con los ojos barrió ese cuerpo fornido vestido con ropa sencilla, un traje alejado de su posición en la nobleza, pero igual de candente como siempre.

— Y ansío que llegada la noche me permitas quitarte capa tras capa de tela hasta dejarte desnudo sobre la cama. — murmuró ronco, apretando contra su cuerpo el pecho de Taehyung.

— ¿Aún quieres estar conmigo luego de la conversación con mi hermano?

— ¿No debería?

— Mi hermano puede ser aterrador y no dudo que te haya... Reprochado lo que sucedió.

— Me dijo que no era el hombre para ti — resumió en tono parco —, y que, si mis planes son divertirme contigo, lo piense dos veces antes de lastimarte.

Bajo el tinte del dolor y la incomodidad, Taehyung se apartó del magnetismo de Jungkook, y caminó hasta el centro de la recámara donde le dio la espalda. Las palabras del Conde le calaron profundo, pero sólo porque significaban que siempre había la posibilidad de ser lastimado por el hombre que amaba. Su corazón chilló al pensar que dentro de poco Jungkook se marcharía dejándolo marchito.

— No hagas caso de sus palabras. Seokjin puede ser demasiado protector a veces. Además, siempre hay riesgos que correr y...

— ¿También crees que juego contigo?

"¿Y por qué no habría de ser así cuando soy sólo un tonto muchacho con vestido?", pensó Taehyung frunciendo los labios.

— Confío en ti. — le respondió bajo, aunque en su interior sabía que esa confianza no era inquebrantable, completamente temblorosa ante la ventisca.

— Entonces, ¿por qué eres incapaz de verme a los ojos y decírmelo?

En un giro rápido, Taehyung le enseñó a Jungkook la verdad que ocultaba su corazón. Sus ojos empañados amenazaban con derramar un grueso y doloroso llanto.

— Piensas de ti mismo como un juego, y esperas fervientemente que las personas te tomen en serio, ¿no lo crees impropio?

— Quizás es porque nunca ha habido en mi vida un hombre que pueda defenderme, no si no es mi hermano.

— Ser dependiente de tu hermano es tu mayor pecado, Taehyung, porque nunca serás un ave libre si sigues volando en su sombra, escondido.

— Independencia. — se jactó Taehyung. — ¿Qué tanta independencia ha de tener un hombre que es como yo?

— Yo puedo enseñarte, puedo ayudarte, Taehyung.

— Dudo mucho que en menos de una semana pueda aprender a vivir por mis medios. — dijo, refiriéndose con claro dolor a la fecha en la que su amante se ausentaría para siempre. — No hay un momento en el día en el que no me recuerde a mi mismo que dentro de pocos días te irás y ya no te veré, y entonces me digo que eso es algo que ya sabía cuando decidí entregarte todo lo que soy. Aunque, quizás tengas razón. Cuando te marches tendré que aprender de una u otra forma a ser independiente, después de todo, la independencia florece mejor cuando lo hace en soledad.

el romance trae vestido  ›  kookvOnde as histórias ganham vida. Descobre agora