𝟬𝟰

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Yizhuo (15) Aeri (16)

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Yizhuo (15) Aeri (16)

—¿Serías mi novia, Yizhuo? —Estaban en el cuarto de la mayor esta vez, sentadas en el suelo frente a su espaciosa cama, tomadas de las manos.

—Deja que lo piense un poco... —Ning puso su postura habitual para pensar, aunque Aeri sabía que la menor aceptaría su temor a ser rechazada estaba ahí— Si, si quiero

Aeri se lanzó al regazo de su menor besando todo su rostro y posando sus brazos sobre los hombros de la misma

—¿Puedo besarte?

—Ya lo estás haciendo unnie —Sus manos rodeando la cintura de Aeri antrayéndola más a si misma.

—Me refiero a un beso real, no en las mejillas Ning —Sus ojos brillando como nunca y una sonrisa gigante era lo que podía ver en con sus ojos la menor.

Asintió lentamente, sintiendo como Aeri se acercaba lentamente, sus respiraciones tan cercanas, la menor miro los labios de la más alta con un deseo en aumento, cuantas veces se imaginaba besando a la pelinegra y ahora estaban apunto de hacerlo.

Sus labios se encontraron, un suave roce, duro solo unos segundos, pero fueron los mejores, sus corazones brincaban de felicidad.

—Otro —Pidió la menor, y Aeri se lo dió— Otro —Otra vez— Uno más.

Y Aeri seguía besándola, todas las veces que se lo pedía, unos más largos que otros pero el último fue el que dejó une chispa encendida en Yizhuo.

Sus labios se encontraron y los movieron un poco, sus caras ladeándose un poco para más libertad y luego su lengua pasó por el labio de Aeri.

Un jadeo hizo que Yizhuo detuviera todo, sentía sus pantalones apretados.

—Espera —Sus respiraciones un poco más agitadas de lo normal y sus labios húmedos.

—¿Que ocurre?

—Lo siento, enserio —Levantó a Aeri de su regazo y rápidamente ella se puso de pie— Perdón, no sé controlarlo.

—Está bien, es normal ¿no? —La pelinegra aún estaba sentada así que detuvo a su menor antes de que huyera.

—Si, solo que, perdón estabas encima mío y no quería incomodarte.

—No está bien, no me incomodas, siéntate, podemos detenernos si así quieres.

—Sería lo mejor, aún puede bajar —Se sentó nuevamente mientras sus manos cubrían su semi erección.

—Veamos la tele ¿bien? —Recibió un asentimiento tímido, sonrió y luego beso suavemente la cabeza de la rubia.

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𝗖𝗼𝗻𝘀𝗲𝗻𝘁𝗶𝗺𝗶𝗲𝗻𝘁𝗼 | 𝗻𝗶𝗻𝗴𝘀𝗲𝗹𝗹𝗲 𝗴!𝗽Donde viven las historias. Descúbrelo ahora