Capítulo Único

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Había ocurrido lo que ni sus peores pesadillas se atrevían a retratar, aquello que siempre quiso callar desde que empezó la misión más importante de su vida.

El terreno que visualizaban sus apagados ojos azules tenía un aroma a humo, a pólvora y a toda clase de químicos que se introducían al armamento adecuado para derrumbar múltiples estructuras, y crear una ola de escombros que aplastan en este preciso momento a miles de inocentes.

Pero, a pesar de esa casi mortal mezcla para el cuerpo humano, ninguna sustancia olía tan mal y horrible como las vidas perdidas de aquellos cadáveres que se regaban por todos lados como una especie de plaga.

Donovan Desmond, el causante de toda esta desgracia, no quiso entender por las buenas a Twilight, por lo que rechazando toda estrategia de paz se alzó en armas y cometió una atrocidad que no tiene misericordia. Como era de esperarse, todo se hizo trizas.

Entre el desastroso escenario, Twilight se encontraba arrastrándose en el suelo. Estaba bañado de cenizas y sangre, luchaba por seguir de pie. Había sobrevivido, ganó aquella batalla contra su mortal enemigo, quién cayó por un ágil disparo en su cabeza.

Y aunque había logrado cumplir su deber, no se sentía nada bien en absoluto. Merodeaba como podía, en una búsqueda desesperada de las únicas personas que le importaban en ese momento.

—Yor, Anya… Necesito encontrarlas… agh…

Ese mismo día fue cuando los secretos de los tres se revelaron. Al principio, eso amargó al joven quién se sintió engañado, pero ese duro sentimiento se esfumó rápido porque él sabía que hizo prácticamente lo mismo.

Los Forger acabaron mal, casi en una pelea. Pero ahora, el hombre en su interior se arrepentía con mucha pena, porque sus últimos momentos juntos no fueron nada agradables, quería enmendarlo a toda costa.

Yor intentó detener a Loid pero no pudo. No se atrevió a asesinarlo tal y como se lo ordenaron sus superiores, pues ella desde hace tiempo, sabía que sus sentimientos hacia el eran lo único capaz de detenerla de cometer ese acto tan atroz. Renunció a eso y decidió cuidar de Anya, pues tampoco queria dejarla sola y mucho menos exponerla al peligro. Pero por más que lo intentó no la pudo salvar a ella, ni a sí misma. Una bala que dió a su corazón acabó con su existencia mientras abrazaba fuerte a su pequeña. Le dijo que la amaba tanto a ella como a Loid, además de pedirles disculpas por todo lo que ocurrió.

Loid miró una de las flores de oro que adornaban la cabeza de su falsa esposa destrozada. Tomó con suma delicadeza los trozos del accesorio, pero luego se le cayeron de sus manos al ver una horripilante imagen.

La mano derecha de la que alguna vez fue la Princesa Espina yacía pálida tendida en el suelo, con su guante desgarrado y los dedos empapados de sangre. Un montón de pedazos de concreto  cobijaban al resto del cuerpo.

Loid corrió como pudo y quitó los escombros con mucha dificultad, pero detuvo su labor al encontrarse uno de los cuernos rotos y manchados de escarlata de su hija.

—No…

No se atrevió a seguir escarbando. La imagen de Anya completamente muerta lo perturbó hasta el punto de hacerlo perder el equilibrio y caer de rodillas. Perdió toda pizca de esperanza, se esfumó todo lo que le quedaba en su vida.

—No… no puede ser…

Un congelante escalofrío, atravesado de un fuerte dolor en su pecho lo asfixiaban, por su culpa ahora el amor de su vida y su querido retoño habían perdido la vida. Ellas fueron el terrible costo de haber triunfado en aquella estúpida guerra contra Desmond y Ostania.

Podría empezar su vida de nuevo desde cero y pretender que nada ha pasado, tal y como he hecho con otras misiones. Ha desechado miles de caras e identidades y en esta ocasión puede hacer lo mismo sin ningún problema. Pero…

Apretó con su mano el cuerno de Anya y se hincó mirando al suelo, derramando por fin esas lágrimas que llevaba aguantando desde aquella pelea con su familia.

—"No podría soportar vivir otra mentira. De todas las identidades que he tenido, la de Loid Forger es irremplazable".

Con eso dicho, tomó una decisión. Su temblorosa mano sacó de su bolsillo de su saco la pistola negra con la que había luchado. Le quedaba una bala, la cantidad necesaria para lo que estaba a punto de cometer.

—"Espero que en otra vida, Yor se case de blanco conmigo y que Anya sea nuestra hija biológica"…

¿Que caso tenía seguir respirando? El ser egoísta siempre le traía conveniencias y esta vez serlo de nuevo no sería la excepción. Estaría junto a Yor y Anya.

Apuntó contra su pecho, cerró sus ojos y jaló del gatillo, para luego caer sin vida al suelo, quedando justo al lado de las mujeres que más amó en su vida, las únicas que lo hubieran podido mantener aun con vida y le darían la razón de seguir luchando por un mundo mejor.

Un manto líquido rojo los envolvió a los tres, como si ese fuera el último símbolo de unión entre los miembros de lo que fue alguna vez la falsa, pero feliz familia Forger. Ese mundo en paz que tanto deseaba desde niño lo pudo obtener al fin, pero eso le costó la vida de su propio hogar.

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