Hunter

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Sofía se miraba en el espejo complacida con su reflejo, la lencería era tan pequeña que le seguramente le dejaría marcas, pero poco le importaba.

—Me encanta, me veo tan sexy— le dice a su perro Hunter.

Sofía empieza a posar frente el espejo y se empieza a excitar, acaricia su clítoris por encina de la braga, empezando a mojarse y a gemir suavemente para no ser escuchada por sus padres, quienes se encuentran durmiendo.
Se pone a cuatro patas frente el espejo, jadeando por la forma en que la presión de la tanga aumenta, y rosa su clítoris.

Sofía hace movimientos circulas con su cadera para masturbarse, cuando siente a Hunter oliendo su coño haciéndole cosquillas, Sofía recuerda los vídeos porno que vio en internet donde una mujer era follada por su perro. Se baja la tanga y se inclina hacia adelante para que Hunter tenga más acceso, se le escapa un gemido fuerte cuando Hunter empieza lamer su ano y su coño, la fricción de su rugosa lengua en su capullo la hace gritar.

—¡Oh sí! Sigue, bebé, complace a mami.— dice jadeante.

De un momento a otro Hunter se trepa encima con su rosado pene sobresaliendo, y mueve su cadera tratando de penetrarla, Sofía estira la mano agarrando el pene de su perro y lo guía a su agujero chorreante, pero, en la euforia de Hunter, su pene se desliza y se inserta en su ano.

—¡Ah! ¡Hunter, ese agujero no es!— grita Sofía del dolor.

Nunca había tenido sexo anal, lo único que había tenido dentro de su ano era el dedo índice de ella, no más. Al no estar lubricada fue doloroso e incómodo, a pesar de los regaños de Sofía, Hunter seguía entrando y saliendo de su agujero, después es unos largos segundos de incomodidad y dolor empezó a sentir unas punzadas de placer, lo que la hizo gemir. Estiró su mano y empezó frotarse el clítoris y a entrar y sacar sus dedos de su coño. Las diferentes sensaciones hicieron que Sofía estuviera cerca del orgasmo.

Relatos sucios.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora