8: No confíes en la inspiración

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El ambiente está pesado, frío

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El ambiente está pesado, frío. Como siempre. La isla siempre fue el lugar perfecto para trabajar, para poder dejar salir toda la podredumbre que se le acumula adentro. A diario. Iván está esperando que su musa llegue, que algo dentro de él despierte para comenzar a vomitar las palabras que están peleándose por salir, todas a la vez. No sabe cómo va a ser, pero el estómago revuelto confirma sus sospechas de que esa noche no saldrá con las manos vacías.

Lo que aún no sabe es que esta noche será distinta, que no está solo. Que, esta vez, su musa lo está observando desde afuera, relamiéndose, esperando para tocar su puerta.

Te adoro.

Quizás no hayas sido la primera que conocí,

pero fuiste la primera que me envolvió.

Tu aroma, a caoba y cayena,

me envuelve.

Es una musa morena, con el cabello enredado y los labios carmesí. Lo huele y se relame, ríe en silencio mientras mira al cielo. No está apresurada, nunca lo está. Iván es la presa perfecta, pero sabe que esta no es la noche para cazar.

Ni hombre, ni mujer

ha logrado hacerme sentir,

como tú.

Está bebiendo mucho, y eso es una ventaja para ella. Poco a poco, sus sentidos están dejando de pertenecerle. Él dice que esa es su manera de llamar a la inspiración, a pesar de saber en el fondo que solo lo hace por la romantización absurda de la idea de ser un artista atormentado por el peso de su talento. Por la maldición perpetua de tener que escribir para callar sus demonios.

Tus ojos reptiles, me hipnotizan.

Quiéreme, quiébrame, cántame.

Pero no me abandones.

Te adoro, sin saber por qué.

—No, no. ¡No! —Iván enreda sus dedos de nuevo en los mechones grises que caen por su frente.

El poema, la carta que ha planeado dejar en su ventana, es un desastre.

Ha intentado, desde el jueves pasado, componer algo que haga justicia a lo que siente. Pero él no es poeta, y lo sabe. Y por eso, sus intentos terminan siendo desastrosos. Fatales.

Toma otro sorbo de mate, inhala, exhala y lanza la hoja de papel que tiene frente a sí a la esquina en donde las otras se encuentran apiñadas.

Necesita otro enfoque, porque la inspiración le sobra.

Él, al ser tan perfeccionista, no puede sino pensar en el resultado final. Se imagina a la mujer con la que ha soñado todos esos días abriendo sus brazos, recibiendo. Se imagina, también, limpiando las lágrimas de sus ojos.

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⏰ Last updated: Apr 11 ⏰

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