Lonely heart ||HaJeongwoo||

💔Parte única💔

Haruto quiere creer que no está ni cerca de ser un supersticioso, pero diversos sucesos lo llevan a cuestionarse su propio accionar en ocasiones. Aún si lo quisiese pasar por alto, su infortunio es como un disco rayado que persiste en reiterar su mal tiempo una y otra vez.

Dicen que mientras más trates de evitar algo, más probabilidad hay de que el mismo universo insista en que tu camino se cruce con ese algo, o alguien. Y tal vez era cierto.

La primera vez fue cuando conoció a Yoon Jaehyuk. El muchacho de blanca tez y finas facciones que eran contrarrestadas por una oscura cabellera negra y fachada de niño malo, se introdujo en su vida sin pedir permiso. Incluso si el japonés era consciente de que juzgar por las apariencias estaba mal, Jaehyuk fue capaz de hacer que toda esa nociva idea finalmente se esfumara de su mente.

El chico era de esas personas que aparentan ser una cosa, pero cuando lo conoces mejor a la larga te das cuenta de que, en realidad, es otra. Porque la manera en la que sus cansados párpados se levantan para ver algo, los suspiros que se le escapan en el momento que el viento acaricia su rostro cuando están en la terraza de la escuela o los suaves y a veces casi inaudibles tarareos que da, no parecían encajar con lo que el chico mostraba por fuera. No era malo. A lo mejor un poco frío, pero no malo.

Tenían muchas cosas en común. Desde las pocas (nulas) intenciones de emitir palabra hasta el amargor que abarca en sus rostros, sin mencionar lo locas y absurdas que se le hacían las historias de amor, los encuentros casuales o el destino. El corazón de ese chico era tan solitario como el suyo.

A partir de ahí, momentos en los que su grata soledad se vio invadida se repitieron, teniendo así una segunda, tercera, cuarta vez. A veces por algo, a veces por alguien. Ya perdió la cuenta.

Siendo Jaehyuk su excepción, su mala cara resulta ser la única manera de evadir a todo aquello que irrumpiera en su día a día, importándole muy poco si llegaba a faltarle el respeto a algún chico mayor o lo mucho que asustara a las muchachas que intentaban acercarse a él con intenciones que iban más allá de pedirle la tarea. Estaba acostumbrado a las miradas de los estudiantes que se acoplan a los rumores en los cuales él era una mala influencia, mala persona o incluso que daba mala suerte. También, el hecho de que Jaehyuk estuviese junto a él la mayor parte del tiempo resultaba suficiente para ahuyentar a cualquier persona que lo viera. Y Haruto estaba bien con eso, mientras lo dejaran en paz siempre lo estaría.

Estaba cansado de las personas y de la vida en sí. Ni siquiera mostró una gota de emoción cuando se enteró de que un par de alumnos japoneses llegaron de intercambio a mediados del segundo trimestre (porque se supone que, como él también lo es, sería una buena oportunidad para relacionarse con más personas) Haruto no tenía energía de sobra para algo como eso. Es más, el muchacho no veía la hora de que su ciclo escolar acabara.

Pero cuando conoció a Park Jeongwoo, definitivamente fue la vez en la que todo se le salió de las manos.

Primera hora de la mañana. Nadie más que él se encuentra en el aula. Mientras que su brillante cabello azabache se despeina gracias a la suave brisa de verano que se cuela por la ventana ligeramente abierta, su vista se concentra en la pequeña libreta de apuntes sobre su banca, escribiendo un par de cosas más antes de que el sonido de alguien acercándose lo hiciera elevar la vista apenas.

Admitía no prestar mínima atención a sus compañeros de clase, pero Haruto realmente no recuerda haber visto el rostro de ese chico antes. Era alguien completamente nuevo, alguien al cual también se esforzaría en ignorar como al resto. Y estuvo dispuesto a hacerlo de no ser porque la nueva presencia ahora se encuentra de pie frente a él observándolo con una extraña expresión.

Como si pensara en las palabras que diría apenas abriese la boca, el chico finalmente le pregunta si el asiento a su lado estaba ocupado.

''Literalmente puede elegir cualquier lugar en todo el salón, ¿por qué demonios tiene que venir justo donde estoy yo?'' es inevitable para él pensar.