Capítulo Cinco

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Ailyn;


5:30 a.m de la madrugada y Dylan nos había despertado media hora antes, mencionó que tenía calculado llegar a Madrid a eso del medio día. La noche anterior nos divertimos en un bar hasta las dos de la madrugada por eso sentía que mis ojos ardían.

—Vamos suban ya.

Indicó Dylan con una de sus famosas sonrisas encantadoras, Alex subió primero y yo procedí a subir también. Me senté delante al igual que cuando venimos, en cuanto a Alex le favorecía ir atras pues dijo que al menos quería recuperar un poco de lo que no durmió.

Menuda noche.

—¿Por qué no arrancas?.

Inquirió Alex al ver que Dylan tardaba en arrancar.

—El auto no quiere...

—¿No quiere qué?..

Le interrumpió antes de que el otro pudiera terminar su frase.

—Cierra la boca ¿quieres Alex?.

El calló, aunque Dylan quería arrancar el auto no respondía, giraba y giraba la llave pero nada. Salió del auto al ver que era imposible hacerlo arrancar, se dirigió al frente para revisar el motor.

Al ver que tardaba Dylan, los dos también salimos.

—¿Qué pasa? ¿Por qué no arranca?.

Pregunté y él me dirigió la mirada.

—No sé que le pasa al motor Lyn..

—¿Cómo que no sabes?.

Volvió a interrumpir Alex en son de reproche, eso llamó nuestra atención. Dylan alzó una ceja y miró al otro con displicencia.

—¿Tengo cara de saberlo?.

Contraatacó y Alex dio un paso más. Di un suspiro cansada y me interpuse entre ellos dos pues lo menos que necesitábamos era una discusión.

—No es momento para que se peleen, mejor busquemos a que lo arreglen y entonces nos vamos..

Dylan relajo el rostro y con una mano se froto la nuca, estaba exhausto y lo podía notar.

—Bien, iré a ver al recepcionista del hotel preguntaré si hay algún taller para que un mecánico venga y arregle el auto.

Nos informó Dylan, después de ello camino en dirección al hotel de nuevo, Alex se apoyó sobre el auto a mi lado, se le veía frustrado, a cada rato se frotaba el rostro.

Me incorporé un poco, en un movimiento rapido golpee su codo, Alex me dio una mirada de pocos amigos sin embargo volví a repetir la acción.

—Sube al auto y descansa un poco Alex.

Le sugerí a lo cual él respondió torciendo los labios, eso me hizo sonreír.

—Así está bien.

Confesó cerrando los ojos con su espalda aún sobre el auto.

—Ven, siéntate aquí.

Alex escucho y se sentó en la banqueta que por suerte tenía como ocho u diez centímetros encima del pavimento.

—Tengo sueño.

Murmuró a mi lado.

—Eres tonto. No debiste hacer enojar a Dylan, ambos están cansados, lo sé pero no es momento para ver quien tiene la razón.

Él asintió aceptando mis palabras dejando caer su cabeza sobre mi hombro. Aveces Alex resultaba ser como un niño..

—Solo no te duermas ¿está claro?

Una vez más Donde viven las historias. Descúbrelo ahora