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< ESPECIAL 2/3 >
Disfraz.

La luna llena que apenas comenzaba a tomar fuerza en el imponente cielo, parecía prometer una noche completa de diversión adolescente.

-Theo.

-¿Qué?- la quimera contestó al aire desde su habitación, terminando de ponerse la camisa.

-Ayúdame con mi disfraz.

El mayor rodó los ojos con astío, sin embargo caminó automáticamente a la habitación de éste. El beta se hallaba acomodándose el pantalón para cuando estuvieron frente a frente.

Usaba un un traje formal, planchado, con un estilo similar al de los 60's y con el cabello bien peinado; sin embargo su boca descoloridamente agrietada que escurría sangre falsa y sus ojos azules ahora enmarcados por falsas ojeras eran lo que más resaltaban de toda su persona. Sin duda se veía muerto, cansado, más el brillo de sus ojos delataba su falsedad.

Y es que frente a él estaba Theo; con una camisa mal abotonada blanca, arrugada, con su cabello húmedo y despeinado cayendo por su frente, adornado por grandes cuernos torcidos; la pintura negra en sus manos decoraban sus venas hasta la punta de sus dedos donde sus garras amarillentas iban acorde con sus ojos de coyote, fríos y brillantes como el oro maldito.

Los ojos del beta recorrían el cuerpo ajeno disfrutando que ante él estaba el imponente Theo Raeken, la quimera que podría hacer temblar a cualquiera.

-¿Y bien?

-Necesito que dibujes en mi espalda, con éstas. -musitó tomándole de la muñeca, haciendo énfasis en sus garras.

-Estás demente, voy a cortarte.

-Esa es la intención.- sonriente, acercó la mano agena a su cuello. -Porque debo estar marcado por ti.

La quimera apartó los ojos del cuello ajeno para buscar sostener los azules que aún parecían perdidos en los cuernos falsos sobre la cabeza de la quimera, podría jurar que en realidad estaban saliendo de él por lo bien que le quedaban. Y es que la luna llena sacaba ese lado más expresivo de Liam, impulsivo, que se dejaba llevar por su lobo ante cualquier destello bonito: por ende no sorprendió al Raeken que no lo mirase hasta que los ojos grises calaron en los azules.

-Lo siento, es que se ven fantásticos. -Musitó en voz baja, apenado. - Necesito que dibujes en mi espalda algo, ya sabes, satánico.

-¿Cómo qué?

-Pues ya sabes, así. - Mencionó haciendo garabatos en el aire que claramente Theo no entendió. -Espera, dame tu teléfono.

La quimera lo sacó de su bolsillo, viendo como este entraba a notas para dibujar rápidamente. Una vez terminó su boceto, se lo enseñó.

-Puedes hacer algo así, hazlo con tu uña para que quede en mi piel

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-Puedes hacer algo así, hazlo con tu uña para que quede en mi piel... -empezó, ganándose la mirada atenta del Raeken. - Pero no tan fuerte como para que la corte.

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