¿El fin?

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Estaba solo en su habitación, había frascos de pastillas por todos lados, él sostenía una de ellas. Las manos le temblaban y la tristeza le invadía. Miraba al suelo recordando a su amado peliazul, aquel que le había hecho pasar los mejores momentos de su vida. ¿Dónde estaba ahora? Se lo habían arrebatado de sus brazos por una estupidez que él mismo había cometido.

—¿¡Cómo pude!? ¿¡Cómo pude!? —se repetía así mismo una y otra vez.

Las horas pasaban lentas, como si el tiempo se hubiera detenido por un momento. Él no sabía qué hacer, seguir luchando, rendirse o simplemente olvidarse de todo y empezar una vida nueva. Esa idea era imposible, el imaginarse una vida sin su amado le aterraba por completo, pero sabia que lo más seguro era que Masato nunca volvería a él, encontraría una chica que lo volviera loco, se casaría y sería feliz, justamente como le hubiera gustado que pasara pero entre ellos. Así que tomó una decisión: rendirse.

—Este es el fin. Ya no me importa qué pase con Starish. Después de todo se iba a acabar, sin Masato no podría seguir, un integrante menos no hará la diferencia.

Destapó el frasco que tenía entre sus manos, sacando todas las pastillas y poniéndolas sobre su mano. Se paró de la cama y sacó una botella de alcohol que había comprado tiempo atrás. Se metió de un jalón todas las pastillas a la boca, tragándoselas con un grande sorbo de esta misma bebida, sería el fin de su miserable vida.

—Ya no hay vuelta atrás, aquí quedará todo.—Apenas y podía pronunciar las palabras, un fuerte dolor de estomago lo invadía, sabía que la muerte se le acercaba.

Pasaron las horas, el dolor incrementaba cada vez más, pero pensaba que no era mas fuerte que el que tenía en el corazón. En eso, se oyó que alguien intentaba abrir la puerta, pero se había asegurado de cerrarla bien, y aunque quisiera abrirla ya no podía, estaba casi inconsciente tirado en el suelo con todas las pastillas a su alrededor. Los golpes de la puerta cada vez sonaban mas fuertes, incluso alcanzó a escuchar unas palabras.

—¡Jinguji! ¡Abre la jodida puerta! —era Masato.

Sabía que era él, cómo no reconocer su voz. De seguro sólo había regresado por sus cosas, pero qué importaba, él ya no estaría en este mundo dentro de poco. En eso, alcanzó a ver que la puerta se abría, la silueta de Masato apareció enfrente de él, pudo ver su cara aterrada y llena de lágrimas, esa imagen le acabó de romper el corazón. "No llores por mi, no valgo la pena." Pensó.

—¡¡Jinguji!! ¿¡Qué has hecho idiota!? ¿¡Por qué me dejas ahora tú a mi!? ¡¡Yo nunca pensé en hacerlo!! ¡¡Te dije mil veces que estaría contigo sin importar que!! —fue lo último que alcanzó a escuchar, después de eso todo se volvió negro...

6 meses atrás...

No todo es felicidad •|RenMasa|• •|En edición|•Where stories live. Discover now