ℭ𝔞𝔭í𝔱𝔲𝔩𝔬 28: ú𝔩𝔱𝔦𝔪𝔞 𝔭𝔯𝔲𝔢𝔟𝔞.

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Les dejo música💋

Sia (Lilith).

Kant acaba de tomarme su estúpida prueba. No hay nada más humillante que el que me vean indefensa. Soy perfectamente capaz de hacer la prueba que originalmente había preparado.

Solo queda mañana y ya me puedo ir de este lugar.

Odio estar bajo las órdenes de inútiles, encerrada en un mismo lugar con personas incompetentes y además sin poder matar a nadie. Necesito volver a cómo eran mis días, pero no voy a volver hasta terminar con lo que me propuse.

-¿Terminaste tu prueba?- el italiano aparece enfrente mío con sus sonrisa burlona.

-Fue demasiado fácil- bufo.

-Para ti todo es fácil- mira mis muletas y su sonrisa se ensancha-, ¿te obligaron a usarlas?

-Las odio- se las tiendo-. Tómalas, no las quiero.

-Yo no estoy inválido- le tiro una mirada asesina.

-Ten las putas muletas, Calum- me mira divertido y luego las toma.

-Vamos, cucaracha- levantó una ceja y hago una mueca.

-¿Cómo me llamaste?

-¿Nunca escuchaste esa canción?- inquiere-. La cucaracha, la cucaracha, ya no puede caminar, porque le falta porque no tieneee, la patita de atrás.

Abro los ojos con completa molestia.

-Te voy a matar.

-Atrápame si puedes- camina rápido y de espaldas tentándome.

Lo voy a matar, pero después.

Nos vamos al gimnasio y lo veo hacer ejercicio mientras yo reviso mi pierna. Cada que la vea voy a pensar en quién fue el maldito que me disparó y en cómo lo voy a torturar hasta la muerte.

Me va a dejar una cicatriz en mi precioso cuerpo.

Quito mi vista de la pierna y la clavo en el idiota delante mío. Se ha quitado su camiseta y ahora está con sólo sus joggings.

Idiota y todo lo que quieras, pero hot.

Detallo cómo se marcan las venas de sus brazos y su espalda cada que baja y sube sujetándose de la barra. Su torso brilla por la fina lámina de sudor que lo cubre.

Los italianos tienen algo.

Se baja de la barra y se da la vuelta mientras se seca con una toalla que estaba a su costado. Se da la vuelta y me sonríe acercándose a donde me encuentro sentada.

Apoya su mano en la pared detrás mío y se inclina hacia mi. Me mira intensamente a los ojos sin quitar su sonrisa seductora.

-¿Admirando la obra de arte frente tuyo?

-Yo estoy mejor- sonrío acercándome más a él.

-Eso es algo que no puedo discutir, pero tampoco puedes negar que te gusto- dice con arrogancia.

-No me gustas, te deseo- confieso-. Desear es distinto a gustar.

-Si tanto me deseas, ¿por qué no me tomas?- levanto una ceja.

-Porque tan rápido como te tenga se acaba el juego.

-¿Qué juego?- me mira expectante a una respuesta.

-El juego de la tortura- contesto.

𝐁𝐞𝐬𝐨𝐬 𝐥𝐞𝐭𝐚𝐥𝐞𝐬Where stories live. Discover now