Capítulo XVII

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Fatum ab hastam.

Cuando desperté noté que la luz que atravesaba las ventanas era tenue, ¿cuánto habré dormido?, tallé mis ojos para poder ver con más claridad, esperé ver a Annie ahí, pero no estaba, bueno, se había levantado antes que yo. Después de estirarme me dirigí a la orilla de la cama y me puse de pie, recorrí la habitación con mi vista, y había ciertos detalles que no había notado ayer, como por ejemplo el gran espejo que se situaba en uno de los costados, y los muebles que parecían hechos de oro, ahí recordé que el lugar donde estaba no era mi habitación, no había dormido en mi casa y mi familia no estaba viva.

Por un momento pensé que todo eso había sido una horrible pesadilla, y que despertaría viendo esa cursi decoración que estaba en mi techo. Pero no fue así, todo lo que pasó fue real, yo estaba en ese castillo, mi familia y mis amigos habían muerto, Adán nos perseguía y aún no se sabía si Amon viviría o no. Solo suspiré al recordar todo eso, sentía una enorme rabia dentro de mí al solo recordar esa escena, la sangre, los gritos, a mis padres y Jasper siendo decapitados, cerré mis ojos con fuerza e intenté dejar de pensar en eso.

Cuando abrí mis ojos vi sobre uno de los muebles una prenda de vestir de color roja, tenía encima un papel algo arrugado y viejo, parecía una nota, cuando me acerqué la tomé entre mis dedos y pude leer lo que decía:

« Póntelo, Zarp lo manda para ti. »

Cuando lo leí solo bufé, dejé la nota de un lado y extendí aquella prenda mientras la tomaba con ambas manos, en tanto la tela se desplegó se dejó ver un vestido largo rojo de manga larga, ¿en serio debo ponerme esto?, ¿que tenía de malo lo que llevaba puesto ahora?

Pero mientras más veía aquella prenda, más atraída a ella me sentía, fue como si existiera una extraña conexión con ese vestido, por eso y solo por eso y no por mandato de Zarp opté por ponérmelo, me quité la ropa que tenía y con rapidez me puse ese vestido, que extrañamente quedó a mi medida, mi cintura se tallaba y también las mangas a mis brazos, me coloqué frente al espejo y por un momento si no hubiera tenido mi cabello rubio hubiera jurado ver a la misma mujer que se me apareció en el baño aquella vez, Lilith. Una sonrisa de lado se formó en mi rostro, sabía que poco a poco estaba volviéndome ella, aunque no tenía su alma, pero su manera de pensar empezaba a aflorar en mí.

Pensé que todos estaban abajo, así que decidir bajar hasta la primera planta, cuando llegué al inicio de las escaleras otra vez se dejó ver a todos aquellos que practicaban con su magia, a algunos leyendo y escribiendo en grandes pergaminos. Noté que ahora no me miraban tanto como ayer, quizá se estaban acostumbrando a mi presencia, me preguntaba si sabían quién era yo, pues Zarp y Agnes si parecían saberlo. Caminé pasando por esas personas y pude notar como una de ellas estaba retratando algo en un pergamino, usaba una pluma para hacer trazos, y cuando logré caminar un poco más para quedar detrás suyo vi que dibujaba una especie de daga de color dorado, pero lo más extraño era que aquel hombre lo estaba haciendo a ojos cerrados, vaya, tenía mucho talento, pintar con ojos cerrados, jamás se me hubiera imaginado que alguien podría hacer algo así.

Seguí caminando, pasando de ese lugar para adentrarme a uno de los pasillos, a diferencia de aquella sala todo ahí estaba en un silencio sepulcral, no había nadie, solo esas pinturas en las paredes me acompañaban, la oficina de Zarp estaba cerrada pero la habitación anexa no lo estaba, la puerta estaba semi abierta y se dejaba ver una luz blanca resplandecer por la abertura, me acerqué con cautela y cuando me asomé por la abertura de la puerta vi unos grandes estantes llenos de libros, parecía una biblioteca, y una muy elegante, los estantes eran dorados, de oro posiblemente, las paredes eran rojas al igual que la alfombra, y en el techo estaban de nuevo esas pinturas de ángeles y demonios plasmadas junto a unos enormes candelabros.

Asmodeo & Amon © [Completa]Where stories live. Discover now