Capítulo 7

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Matthew mantenía enterrada la cabeza en la almohada de Foggy, la risa de su amigo sonaba cortada por los intentos de Karen para frenarla pero al igual que las mejillas a punto de explotar de Matt, Karen tampoco podía ceder a su moral sin reírse de su situación.

—¿Entonces él, el tipo por el que mojas las sabanas todas las noches y salivas como cachorro tras un hueso te dijo que tenías ojos preciosos y en vez de sonrojarte y agradecer como un buen chico le arrojaste un maldito libro en la cabeza?

Foggy se echó para tras sin contener otra oleada de estridentes risas, cayó de espaldas junto al trasero de Matt.

—En realidad —comentó Matt sacando la cabeza de las almohadas —, dijo que eran bonitos.

Karen no pudo reprimirse más, olvidó por completo su postura de mediadora y se unió a Foggy en una cadena de carcajadas que golpearon su estómago hasta derribarla de la cama, si Matthew pudiese ver más allá de las sombras rojo infierno sabría que el rostro de ella le haría competencia.

Si verdaderamente estos eran sus amigos no deseaba hacerse de enemigos.

—Por favor, dime que no le perforaste la cabeza.

Foggy se limpió una lagrima traicionera mientras intentaba enderezar a Karen. Matt de repente se trasladó a la biblioteca, a la maldita biblioteca con ese absurdo aire estival amaderado por la reciente limpieza de los estantes y las páginas polvorientas que no hicieron más que enrojecer su nariz de irritación.

Frank lo habría tomado en un curvatura entre el sueño la lucidez y claramente la estupidez. Matt constantemente alardeaba de su previsión, templanza y dominio de sus sentimientos, creía con certeza que nada podría sorprenderlo: los balones voladores, los cojines lanzados por Fogg, una nota "considerablemente inferior", una confesión de una chica o un puñetazo enguatado en rojo, había sido lo suficiente bueno hasta el momento para evitar esas situaciones y salir de ellas ileso o con un respuesta satisfactoria (incluso con una sonrisa en la cara porque quien realmente conociera a Murdock sabría que su carita de pequeño hámster no cuadraba con esa actitud de mierda que se le atribuía una vez lo conocían). 

Frank tuvo la mala suerte de conocerlo antes de entablar una amistad decente. En su defensa, Matt se consideraba una persona anticipada porque aspiraba ser un gran abogado y claro su defensa estaría lista contra cualquier adversidad por idiota e incoherente que fuese, pero Frank hizo lo que en años nadie pudo: lo tomó por sorpresa.

"¿Qué carajos", gritó Frank agachándose justo antes que un extravagante tomo de Derecho Penal le perforase la cabeza.

En cuestiones de hipótesis, Foggy casi acertó en lo de la cabeza.

Matt iba a disculparse pero el grito furioso de la bibliotecaria "¿Qué sucede allí?" disparó nerviosismo a niveles insanos, se estremeció, un fiero temor se ajustó a su desorientado ser, entonces hizo lo que cualquier hombre valiente hubiese hecho después de arrojar un libro de cuero más viejo que su padre adoptivo y casi matar a alguien en la biblioteca de la escuela.

"¿Oye, rojo, dónde jodidos vas? ¡Rojo!"

Antes de salir de la biblioteca escuchó los tacones de la encargada, escuchó el grito contra Frank y el inminente regaño se perdió cuando estuvo alejado del edificio, refugiado entre árboles y mosquitos que se sentía menos dolorosos con los pinchazos de sus picaduras al zumbido de "Bonitos" retumbando una y otra vez en su cabeza.

—Pues, ¿tú eres idiota o qué, Matt? Si yo estuviera frente a la persona que me gusta y me hubiese dicho que tengo los ojos bonitos, no lo sé, tal vez le habría agradecido y le hubiese devuelto un cumplido. Ya sabes la regla infalible para ligar.

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⏰ Última actualización: Nov 13, 2023 ⏰

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