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Era sumamente aburrido para Marcy el tener que estar en tribunales para declarar lo que había pasado la noche anterior.

Y Sasha no había podido acompañarla porque debía quedarse en casa con su madre.

Marcy se entretuvo en el patio de la estancia, contando las flores de los arbustos.

Ya era medio día cuando por fin terminaron. Así que la madre de Marcy la llevó a una cafetería para que pidiese lo que quisiera.

La de cabellos negros pidió un pastelito de fresa y también un trozo de brownie para Sasha, quería llevarle algo por haberse quedado con ella la noche anterior.

Marcy ya había pasado a su madre en estatura y eso le parecía gracioso.

(Imagínense a la madre bien enana KAJSJSJKJA).

Volvió muy feliz a casa, donde ayudó a su madre a limpiar todo y sacar las cosas que estaban rotas, como los cuadros o los restos de sus dibujos.

Todo iba bien hasta que notó que algo le faltaba.

La cadena con el pequeño pingüino no colgaba de su cuello.

Marcy se desesperó y comenzó a buscarla por toda la casa, pero no hubieron resultados buenos.

Cuando Sasha fue a casa más tarde, la más baja no sabía que decirle. Había extraviado su regalo sin querer.

—S-Sasha... —Marcy estaba al borde de las lágrimas.

—¿Qué ocurre?, ¿Te sientes mal?, ¿Te duele algo? — Era obvio que Sasha se iba a preocupar inmediatamente, pero su expresión se calmó cuando Marcy negó con la cabeza.

—Yo... Lo siento. Perdí al pingüinito chiquitito, no sé donde está. No pude encontrarlo.

Marcy abrazó a Sasha y ahí la mayor notó la ausencia del collar, pero sólo sonrió.

—Podemos buscar otro, no importa.

La mayor dejó un beso en la piel ligeramente morena de Marcy, causándole escalofríos a la de cabellos negros.

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Pasitos de Pingüino | SasharcyWhere stories live. Discover now