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oh my god, i can't believe it, out of all the people in the world, what is the likelihood of jumping out of my life and into your arms?
oh my god ━━ adele
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— Sabes que no tienes que hacer esto sola.
Maverick estaba detrás de la puerta de su antigua habitación, esperando a que Paris terminara de llorar para finalmente darle su charla de padre que, tal vez y solo tal vez, le estaba haciendo falta.
—Solo quiero llorar y escuchar a Taylor Swift sola, ¿si? —le escuchó decir.
Él ni siquiera sabía quién era Taylor Swift, pero asintió rendido desde afuera y se sentó en el suelo, recostado en la puerta de la habitación. Maverick tenía tiempo de no entrar en esa casa, así que limpiarla había sido una odisea. Sin embargo, no se sintió capaz de entrar a la de Paris, por lo que solo le pagó a alguien más para que la aseara.
—You shake my nerves and you rattle my brain —tarareó Maverick, y solo hasta ese entonces pudo escuchar los sollozos de Paris cesar—. Too much love drives a man insane. You broke my will, but what a thrill...
El seguro de la puerta se quitó, así que se puso de pie inmediatamente. Al cabo de unos segundos, la figura de Paris fue revelándose lentamente. Llevaba una pijama, un suéter de la academia y sus anteojos; Paris nunca los usaba, pero Maverick supuso que sus ojos se habían irritado de tanto llorar, por eso los estaba usando.
Y lo sabía porque cuando Charlie murió, Paris lloraba mucho, así que sus ojos tomaron una infección que los enrojecía mucho. Por eso le recetaron los lentes. Pero Paris tenía prohibido llorar por esa razón y a Maverick nunca se le va a olvidar.
—Goodness gracious, great balls of fire —ella completó, sorbiendo su nariz.
—Sí, así es. Amabas esa canción de niña, y también otra... Ah, sugar, oh, honey, honey. La escucho todos los días.
Ella sonrió, y quiso llorar más.
— No cantes, lo haces mal. Estás bien en la marina, después de todo.
—Solo canto para ti. ¿O acaso ya no recuerdas? No podías dormir si no cantaba una de esas dos canciones; y si me encontraba de buen humor, ósea siempre, eran ambas.
—Te recuerdo sonriente, nunca enojado.
Él asintió.
—Eso era porque me encontraba incapaz de enojarme contigo, Paris. Eras y siempre serás mi niña, y hubieron ocasiones en las que debí reprenderte, pero debiste ver tu cara de yo no fui cada que hacías una travesura.
