No te atrevas a nombrarme.

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Su vista estaba nublada, las imágenes eran difusas, lo único que salía de entre sus delgados labios era unas eufóricas carcajadas que expelían un fuerte olor a alcohol, sus pasos parecían un baile de tanto en tanto, pues su cuerpo se inclinaba de un lado a otro sin control, estaba desarmadisíma, y no había forma de ocultar la fiesta que todavía ( media hora después de haberse ido) se celebraba dentro de su cuerpo, cuando al fin se encontró frente a la puerta amparada sólo por el ruido de los grillos, el meter la llave dentro de la chapa fue un suplicio, terminó por rayar la preciosa madera pintada de negro (sabía que mañana su madre daría el grito al cielo al ver ese desastre) tras fracasados intentos, logró abrir la puerta que sonó como condenada, cuando llegaba en esas condiciones, pareciera que todo se volvía tan malditamente ruidoso. sabía que la aventura que le esperaba sería peor entrando, resbaló con la alfombra por palpar torpemente el aire, buscando desesperada el interruptor, la habitación se iluminó tras un clic, sus pensamientos se iluminaron con idéntica claridad, llevó sus manos a su cara negándose a lo ocurrido, esos ojos... como le habían mirado, los conocía de algún lugar, esa mirada firme, esa expresión fría y oscura.

- Louis -susurró con entusiasmo- Louis era su nombre -chasqueó los dedos como si alguna palabra se encontrara a punto de salir de su boca- Tomlin...

Y las ampolletas del pasillo reventaron.



Cuando el corazón se te queda en la tierra. [Louis Tomlinson]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora