Carta.

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Carta blanca.

Querido Meliodas:

La primera vez que te escribí una carta estaba ebria. Literalmente.

La segunda vez no, por suerte.

La tercera vez, también lo estaba.

Y la cuarta...

Por suerte a la quinta no.

Y así fui. Era sólo una morra calenturienta escribiéndole al chico que le mojaba las bragas anónimamente. Con el tiempo, me empezaste a gustar, lo tomé bien, porque sólo me gustabas y eso no era algo muy fuerte, mis ganas de que me tocaras eran más fuertes.

El tiempo pasó, yo te seguía escribiendo cartas, la mayoría ebria. Debí detectar el problema en ese momento, pero no lo hice.

Te seguí escribiendo cartas un año entero aunque no sabia si las leías o no, prefería pensar que no y que en realidad no me había humillado tanto cómo en verdad lo hice. Después de un tiempo, al descubrir que leías mis cartas y te gustaban, para mi mala suerte, me enamoré de ti.

Yo ya tenía un mal historial de amores fallidos, por lo que tenía miedo, pero decidí arriesgarme aún así, porque aveces eso es lo que debemos hacer en un momento de miedo. Arriesgarse.

Cada vez que decidía acercarme a ti y confesar que yo era la chica de las cartas y que estaba enamorada de ti aunque ya lo sabias, me herias. Cuando perdiste a tu padre, una gran persona que estoy orgullosa de haber conocido, intente ayudarte, pero no te dejaste, aún así quise intentarlo unas tres veces más.

La primera vez, intenté hablarte, pero me dijiste un montón de cosas hirientes y que no sólo me hirieron sentimentalmente, sino que también destrozaron mi ego y eso fue peor para mi. La segunda vez, te hice una carta donde te confesaba que era la chica de las cartas y te entregué en persona, pero, sin leerla, la destrozaste. La tercera vez, iba dispuesta a meter mi lengua en tu boca, pero cuando te vi, ya había otra en mi lugar.

Después de ello, hablar con mi madre, Zeldris y Liz, y darme cuenta de mi problema con el alcohol, decidí dejarlo hasta allí. Me estaba lastimando.

Mi padre, divorciado de mi madre, me dio donde quedarme durante un año entero mientras iba con una psicóloga para hablar de mi problema para aceptar ciertas cosas en mi vida. Me fue bien y te envie otra carta tras volver al año siguiente. Me respondiste y eso, para mi, fue esperanza, para mi psicóloga, una oportunidad de superar ciertos temas.

Comenzamos a hablar otra vez, descubrí que mis sentimientos en un año no cambiaron y cada vez me enamoraba más de ti.

Descubrí que mi madre estaba muy enferma y decidí darle prioridad, por eso no fui a nuestro encuentro aquél dia.

Al ver cómo te esforzabas no pude evitar sentir ternura, pero me dolía porque aún así no te disculpabas y sólo podía pensar que tu ego era demasiado grande para pedirme perdón, y aunque estaba asistiendo a un grupo de ayuda de Alcohólicos Anónimos, no podía resistir la tentación a beber. Tú me ayudaste a resistir sin saberlo.

No acepte a ser tu novia por miedo.

Y cuando me pediste disculpas se sintió cómo si me quitaran un peso de encima, pero aún así tenía miedo. Nunca he sabido afrontar mis miedos, sólo los ignoro y a mi psicóloga eso le preocupa. ¿Y si me volvias a herir? ¿Y si todo salía mal? No iba a soportar otro corazón roto. Sin embargo, estoy trabaje en eso éstas últimas semanas mucho. Por ti.

Me da miedo el amor y lo que puede causar, porque no es tan bonito cómo lo pintan.

Y sin embargo, porque quiero intentarlo contigo, aquí estoy, afrontando mis miedos y diciéndome que todo saldrá bien, que no será cómo antes, ya no.

Esa meliodas, es la historia de la chica de las cartas. Esa, es mi parte de las historia.

Att: La chica de las cartas.

Att: La chica de las cartas [Temp.2] 💌 Melizabeth.Where stories live. Discover now