𝓢𝓾𝓶𝓶𝓮𝓻 𝓵𝓸𝓿𝓮

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El primer recuerdo que Steve tiene de Danny, es de aquella tarde calurosa de agosto, en la fiesta de un vecino suyo –que casualmente era el tío del chico y este había ido de vacaciones a visitarlo–. Ese día se veía hermoso, con aquellas bermudas color blanco y esa camisa playera negra con colores verdes y rosas, marcando demasiado bien sus atributos.

Ahora frente a él, el rubio viste unos pantalones de mezclilla y una camisa de manga larga ¿Quién viste camisa de manga larga en la playa? No pudo evitar un soltar una risa. Llamando la atención de su joven amante.

—¿De qué te ríes? —Negó con la cabeza, intentando difícilmente no llorar.

—Recordé la primera vez que te vi... —Lo jaló de la mano, acercándolo a él para ponerlo entre sus piernas. —Y ahora, no puedo creer que estes empacando tus maletas.

El más joven guardo silencio ante las palabras del moreno. Se limitó dar una caricia en su cabello, intentando guardar cada detalle, su piel, el color de sus ojos, la calidez y la firmeza que estos desprendían, finalmente posó sus manos en sus hombros y recargó su frente contra la de Steve, ambos cerraros los ojos.

—La pasamos tan bien, y ahora es el peor momento ¿no crees?

—Es difícil decir adiós. —Asistió despacio

Danny terminó sentado a horcajadas, e inmediatamente las manos del mayor fueron a parar a su trasero, dando una nalgada en el proceso y lo beso, queriendo hacer ese momento eterno.

El moreno realmente deseaba que pudieran estar a solas, y hacer que esa última vez se sienta como la primera, deseo en ese momento poder encontrar un lugar donde esconder a su chico del mundo exterior y que así, sea sólo de él, ojalá existiera un botón el cual pulsar y este retrocediera el tiempo.

—¡Eres un animal! —Una sonrisa fue la respuesta.

—Aún falta un día para que te vayas, ven. Demos un paseo por la playa, y veamos el atardecer juntos.

Ahí sentado junto al rubio, en la arena, viendo en atardecer Steve miraba al rubio a su lado. Danny y él eran totalmente diferentes, si había una descripción gráfica, era que simplemente no eran paralelos: uno definía la costa oeste y el otro las montañas del norte.

Él a pesar de no haber nacido en Hawái, amaba la playa, el calor, ni hablar del mar. Por otro lado, el rubio era de ciudad. no le gustaba el calor, ni la humedad que hay, no le gustaba el mar y siempre que podía huía cuando lo invitaba a nadar, Danny amaba el ruido, el frío, y el ajetreo que una ciudad trae consigo. Tal vez por eso fue que se complementaron tan bien.

Durante esas dos semanas que estuvo de vacaciones con su tío, Steve pudo darse la oportunidad de conocerlo, y podía decir con seguridad que entre las mil y un cosas que amaba de su joven amante, eran sus ojos. Simplemente no podía tener una conversación estable porque se perdía completamente en los ojos azules.

Esos que se volvían oscuros como el Mar cuando se encontraba embriagado de placer debajo de él, porque aquella noche de verano, Danny le perteneció. Ahora sabe que todo pronto acabará.

Y no había sentimiento más agridulce que el que experimentaba en ese momento. Se siente como si estuviera nevando en septiembre.

Después de caminar un momento, ambos se detuvieron a ver el atardecer, sentándose en la arena, con la espalda del rubio recargada en su pecho.

Hasta que comenzó a sentir inquieto a su chico, removiéndose entre sus brazos hasta quedar frente a él, pero ninguno se atrevió a decir nada.

Steve no estaba listo para oír lo que ya sabía. Eso solo sería hacer más real el momento y el sentimiento.

𝓐𝓶𝓸𝓻 𝓭𝓮 𝓿𝓮𝓻𝓪𝓷𝓸 | McDannoWhere stories live. Discover now