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Tener sentimientos era difícil. El proceso de preguntarse si les gustas también. Robar miradas y alejarse antes de que pudieran notar tu mirada. Los toques simples, como sostener la mano. Sintiéndote diez veces mejor pero trayendo tanto más dolor como si quisieras más. Luego el final. Admitiendo el enamoramiento. La aplastante realidad de que les gustas o te odian.
En este caso, sin embargo, el odio superó el bien. Perder amigos, familia, recibir odio. Era muy alto, sin importar cómo lo miraras. El abrumador miedo a los pensamientos, que parecían luchar entre sí. Una parte de ti quería desesperadamente decirle sin importar el resultado, desesperada por escuchar su respuesta. Desesperado por aferrarse a la esperanza de que le gustes.
¿La otra parte? Miedo. el rechazo Sí familia y amigos odiándote. Pero imaginar la mirada de disgusto en su rostro después de admitir tus sentimientos te asustó. Perder a personas que amas pero que realmente no amas era una cosa. Pero perder al amigo de la infancia del que te enamoraste era otra. No querías perderlo. Ni verlo mirarte con asco.
Este pensamiento fue una repetición. Encontrando su camino en tu cabeza a lo largo de la semana. Ha estado sucediendo con más frecuencia en realidad. Es un pensamiento molesto, que causa mucho estrés, pero es solo la verdad. Necesitabas decirle cómo te sentías. Necesitabas respuestas, necesitabas seguir adelante. Pero fuiste demasiado cobarde. Sabes que a él no le gustarías así. Ichigo no mostró signos de ser gay y mucho menos de que le gustaran los hombres.
Aunque deseabas. Te maravillarías de la forma en que te abrazaría. La forma en que su mano sostenía la tuya. Diciéndote que te iba a salvar. Eso había sucedido innumerables veces. Tiempos en los que te cargó. Incluso dormía en tu cama junto a ti cuando no tenía adónde ir. Parecía demasiado bueno para ser verdad, pero de nuevo. Ichigo se preocupaba mucho por sus amigos. Entonces, ¿eres alguien especial? ¿Por qué pensarías que lo eras?
Esto hizo que te crecieran espinas alrededor del corazón. Aparentemente pinchándolo, causando dolor y lágrimas que no podían parar. Querías ser especial para él. Querías que él sintiera lo mismo que tú. En este momento todo lo que querías hacer era correr, ocultarte, cualquier cosa. Hiciste exactamente eso.
Pasar incontables días evitando a tus amigos. Especialmente Ichigo y Rukia. La vista de los dos hizo que tu mente zumbara. La sensación de celos se arrastraría hasta tu boca y se atascaría en tu garganta. Los sentimientos te enfermaron del estómago. No te gustaban y te daba aún más razones para evitarlos. No podías soportar verlo con otra persona.
Pero después de que los días se convirtieron en semanas de evitarlos, especialmente a Ichigo. No pudo soportarlo más. No sabía lo que había hecho e incluso preguntó a los demás. ¿Eran tan despistados como él?
Tu cabeza se disparó en pánico y las palabras salieron de tu boca antes de que pudieras pensar. ❝¿Cómo podría odiarte, ichi? ¡Cómo podría odiar a alguien que amo!❞
Viste sus ojos agrandarse, y en eso tu corazón se detuvo y se formó un nudo en tu garganta. ¿Acabas de arruinar todo? Tu mente no podía pensar en otra cosa además del hecho de que él podría terminar odiándote. Dejándote atrás. La mirada de repugnancia que podría darte.
No querías perderlo. Ese pensamiento hizo que las lágrimas comenzaran a caer finalmente de tus ojos mientras lo empujabas fuera del camino y salías corriendo. No te importaba adónde corrías, siempre y cuando no tuvieras que enfrentarte a él.
