10. Sé que es mejor

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Hacía ya varios meses que no veía a Charlie. El verano había sido largo para Nick, aunque si miraba hacia atrás no lograba recordar casi nada importante. Puede que el día que decidieron que él e Imogen no iban a tener nada. Puede que el día que quedó con el equipo de rugby. Pero el resto no tenía nada, solo un gran vacío que ya no podría rellenar. Había desperdiciado el verano pensando en que Imogen no podía sustituir a Charlie. Que su beso no fue nada más que una tontería. Pero ahora sabía que le había hecho daño a Charlie, mucho. No iba a presentarse en su vida de nuevo para recordarle lo que ocurrió. Tampoco iba a tratar de cerrar la herida, porque sabía que no lo iba a lograr. No le quedaba más que vivir y dejar vivir.

El primer día de clase se acercaba inevitablemente. Los grupos de estudio los cambiaban a principio de enero, aunque como habían habido varias quejas por el comportamiento de las clases ya era un hecho que no iba a ir con Charlie a clase, y mucho menos iba a sentarse a su lado. Eso le aliviaba por una parte, aunque por otra le dolía pasar página, al fin y al cabo, había pasado todo el verano resintiéndose mientras veía Netflix.

Cuando la alarma sonó aquella mañana decidió mantener su mente completamente en blanco. Pensaba que así lograría apartar sus pensamientos y podría pasar un buen día, y así fue. Al menos hasta que el recreo llegó. Ahí fue cuando su mirada de cruzó efímeramente con la del pelinegro que menos –y al mismo tiempo más– quería encontrarse. Apartó veloz todas las conversaciones que le vinieron a la cabeza, todos lo buenos y malos momentos, para seguir su camino. Tenía planeado pasar el curso con Sai e Imogen, y así mantenerse alejado de sus remordimientos.

Llegó a la zona de las mesas, donde pudo encontrar a Sai. Junto a él también pudo ver a Harry. Le resultó verdaderamente increíble que se presentara en su casa para pedir disculpas, y aunque al principio dudó sobre la autenticidad de sus palabras, terminó por aceptarlas, argumentando que «las personas cambian». La comida pasó lenta, aunque la compañía no le faltó. Pero para él cada momento libre era empleado para hacer lo mismo que llevaba haciendo todo el verano: lamentarse.

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Bruce es un chico fantástico. Charlie no podía negar aquellas palabras. Al igual que tampoco podía negar que le gustaba. Cada vez pensaba más en que siempre se enamoraba de la primera persona que era amable con él.

—Charlie—, le llamó Tao, el cual volvió a principio del verano tras la muerte de su abuela—. ¿Estás bien?

Aquel chico siempre iba a saber cuando estaba raro. Notaba cada vez que un mal pensamiento se pasaba por su cabeza.

—Sí. Oye, tengo que contarte algo—, confesó Charlie.

—¿Qué pasa?—, la preocupación era evidente en el rostro del chico.

—Nada, es solo... ¿Recuerdas que te hablé de un tal Bruce?—,  comenzó a contar.

—¿El del banco de principios de verano?—. El ojiazul asintió

—Bueno, pues... Me gusta—. Susurró Charlie, como si no quisiera que nadie le pudiera oír.

—Alguna vez le has vuelto a hablar en persona, ¿no?—, trató de indagar su amigo.

—Sí, un par—. Cada vez le sonaba más ridículo e imposible. ¿Cómo podía sentir algo por él si apenas le conocía?— Pero hemos estado hablando por Insta y te aseguro que no es como los demás. Burce no es como...—, su consciencia le impedía pronunciar su nombre, no quería hacerlo—. Bruce no es como él.

El suspiró de Tao le hizo saber lo que iba a decir, incluso antes de que abriera la boca.

—Me gustaría, creerte. Pero decías lo mismo de Nick al principio—. Cuando su amigo nombró al rubio, el aliento de Charlie fue contenido inconscientemente.

—Pero él no es así, yo lo sé. Bruce es diferente—, terminó diciendo con el poco aire que le quedaba—. Bruce es mejor.

N/A: ¡Ya he vuelto! Sé que el capítulo es corto, pero pronto publicaré el próximo (y último) capítulo de esta historia. Gracias por todo el apoyo :)

Us [Heartstopper]Where stories live. Discover now