Deshonra...Desgracia

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Cuarto mini relato:

Todo el mundo debe aprender a luchar contra su propia mierda, por su bien y por el de los demás. A Juan le tocó comprenderlo un 17 de agosto cuando estaba de rumba en una discoteca abarrotada de gente y alcohol.
Tras mezclar cada cerveza, licor y comida chatarra que le ofrecían, su cuerpo comenzó a combatir una especie de demonio interno, su vientre se hinchó y sus intestinos clamaron venganza, el terrible dolor de estómago que se apoderó de él predecía una calamidad.
Nada como correr a una poceta cuando eso pasa pero la fila del baño estaba tan llena de borrachos con ganas de orinar que Juan se desesperó, si no se apuraba aquello no se le iba a devolver.
Pensó por unos minutos hasta que su vista ya nublada logró leer un letrero al fondo del pasillo: «Damas»
Sí, le pareció una terrible idea pero era entrar al baño de mujeres o salir a la calle y dejarle un regalo al medio ambiente.
Corrió cuando sintió un fuerte retorsijón, entró al primer cubículo que se encontró y en segundos liberó un rugido más fuerte que el Rey León. Por supuesto que mientras eso ocurría el baño se llenó de señoritas que escuchaban con asco lo que salía del trasero erizado de Juan.
—!Deshonra! ¡Desgracia! ¡Vergüenza! —cuchicheaban aquel poco de mujeres metiéndose con el pobre diablo que se moría dentro del sanitario.
Juan ignoró las palabras pendejas, lo que había pasado le podía suceder a cualquiera, así que se secó el sudor, perdió una media, porque obvio que en un baño público nunca hay papel, y con su alma ya liberada salió al encuentro de los culos elegantes que habían escuchado su concierto.
—¿Qué? —inquirió ya sin dignidad—.¿Nunca se han enamorado? Ustedes sienten las mariposas en el estómago, nosotros los hombres las sentimos en el culo.
Y salió de allí riéndose a carcajadas.

Escritora:
Carolina Vivas😄

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