Había nieve sobre los árboles a las afueras de King's Landing, Rhaenyra lo veía todo tan claro desde los cielos, sobrevolando el terreno sobre la espalda de Caraxes.
—Detente —pidió ella.
Daemon giró para mirarla, su rostro había palidecido. Hizo que el dragón bajara cuidadosamente.
—¿Estás bien?
Ella negó con la cabeza.
Daemon dio dos pasos atrás, esperando a que Rhaenyra pudiera encontrar el ritmo adecuado de su respiración, pero había comenzando a mirar a los a los lados, aparentemente desorientada. Él se preocupó.
—Rhaenyra...
—Vete a la mierda —dijo, furiosa.
—Per...
—No —intervino ella, alzando un dedo índice—. Nada te ha dado el derecho, te fuiste, tres años.
—Y sin embargo, estás aquí.
—Hijo de puta.
—Si te hacen sentir mejor los insultos hacia mi, entonces...
—Y luego me pides...—Rhaenyra trataba de encontrar las palabras adecuadas para escupir todos los reclamos.
—¿Qué es lo que te pido? —preguntó Daemon, provocándola.
—No...
—Dilo.
Rhaenyra se mordía el labio.
—Dilo —insistió Daemon.
—Me pides pasar la noche contigo —soltó.
Él sonrió maliciosamente, sin dejar de mirarla:
—Tu padre le dijo a todos los lores de Westeros que eres virgen, ¿no quieres darle una lección?
—No creo que perder la virtud le dé realmente una lección.
—¿No sientes curiosidad, Rhaenyra? —Daemon se acercó a ella, con ese tono seductor en su voz.
Ella lo miró fijamente, sus mejillas se tornaron rojas, no sabía si era a causa del aire frío que llegaba del norte o la mera presencia de Daemon frente a ella preguntando sobre su curiosidad sobre perder la virginidad. Daemon dio un paso hacia ella y se inclinó ligeramente para poder estar a la misma altura.
—No —respondió, con respiración agitada.
—¿Ni un poco?
—No.
—Podría besarte, quisiera hacerlo.
Ella no respondió, miró fugazmente sus labios, él se reía, se burlaba en sus narices.
—¿Te han besado alguna vez, Rhaenyra Targaryen? —preguntó Daemon, dirigiendo sus ojos hacia los labios entreabiertos de ella.
Negó con la cabeza.
—Tienes veintiún años —soltó una risa—. A tu edad, había follado ya bastante.
Daemon colocó una mano en el cuello de Rhaenyra y subió hasta sostener su rostro, apretó sus mejillas y la obligó a alzar la vista y mirarlo:
—Demuéstrale a tu padre que no eres la mojigata que cree que eres.
—Si planeas llevarme hasta una cama con tu discurso...
—No la necesitamos.
—Daemon —musitó.
—Rhaenyra —respondió, en tono burlón.
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HOUSE OF THE DRAGON|| RHAENYRA & DAEMON|| EL FUEGO
FanfictionNo imaginó que sería así.