Prologue

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Su sonrisa mediocre adornaba su rostro, la misma hipocresía junta, podía contemplar el mismo diablo. Sus manos sudaban, desesperadamente, cerraba sus ojos, en el fondo, el hombre guardaba un miedo infinito, el miedo a que no funcionará y la vida le cobrará todos los atrocidades que hizo.

Su cabello parecía un baile continuo, aunque, no hubiera viento, las velas se movían lentamente casi como si por si mismas quisieran apagarse. La sonrisa del hombre no se borraba, disfrutaba ese momento.

Por fin se inco ante las velas que estaban colocadas a su alrededor en un circuito perfecto, el fuego se encendia velozmente, mientras que el hombre juraba la vida de su propio hijo solamente por sus errores.

Repite las mismas palabras, concretamente mientras que sus lagrimas resbalan al mismo fuego que se hace cenizas poco a poco, el tiempo parece eterno, y entre más, un fuerte escalofrio rodeo toda su columna vertebral, enchino los ojos ante la misma sensacion, sus pestañas temblaban y sus manos se juntaban apretandose entre si. Y con rezos y lagrimas resbalando por sus mejillas, el fuego se apago por si solo.

Él viejo señor no abrio los ojos ante nada que sintiera, podria tener al mismo diablo enfrente suyo y siquiera abrirlos, si los abria sabia que eso podria traer consecuencias. Y de un movimiento ú otro, su cuerpo sintio una oleada de calor y susurrando dijo un entendible pero audible; «entrego un alma que no es mia a tí, para que el mismo infierno disfrute de ella».

Mismamente todas las velas se apagaron, pudo sentirlo y aún que sus ojos quisieran ver, no lo hizo, podria decir que era todo un Catolico, todos podrían aplaudirle, pero en el fondo, era la misma traicion y hipocrecia junta.

«personas como él, ni en el mismo infierno fueron aceptados ».

Y sin susurrar nada mas, el señor abrió sus ojos lentamente, y por el rabillo del ojo formo una sonrisa sinica en su rostro, habia funcionado.

Ahora el alma de su hijo habia sido entregada al mismo infierno.

Y cuando la danza empieza, el diablo sonríe con su melodía.












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.La noche era tan fría como el vino tinto que escurría por sus labios gruesos. Él hombre sentía el poder infinito en sus manos, sus anillos bailaban en una danza continúa al estar moviendolos de un lugar a otro, y su cabeza casi explotaba de alivio.

Los peores errores de la humanidad son ellos mismos.

Él hombre sabía que terminaría pudriéndose en si mismo, siquiera los rezos lo salvarian de la desgracia. Su esposa que se encontraba tirada a su lado, su boca sangraba ferozmente mientras que sus ojos miraban hacia abajo, estaba boca abajo, siquiera tuvo tiempo de gritar. Con un simple roze de un cuchillo puntiagudo pudo derribarla, era tan débil y inocente a la vista de él. Era como una pequeña masa que moldeaba a su gusto, y cuando no le gustara, la podría botar.

En sus ojos jamás cayeron lágrimas, incluso aunque matar fuera un delito y un pecado, este por dentro estaba enfermo por si mismo. «es divertido ver cómo lloras, sabiendo que aún que lo hagas no párare», eso fue lo unico que le dijo antes de asesinarla.

— ¿Qué es lo que quieres de mí ahora Octavio? — Tenía una postura rijida y serena, como si nadie pudiese lastimarlo.

Hansel, el dueño del infierno y de la misma tierra, el ser más despreciable que la haya pisado, su atuendo negro le daba a relucir su misterioso comportamiento.

La danza con el diabloOù les histoires vivent. Découvrez maintenant