Capítulo 1

8.4K 644 38
                                    




BRENIN

­Las luces parpadeantes claramente lograban su cometido, que es el subir aun más mi ebriedad, claro que, si también le sumáramos el hecho de que en mis venas corren polvos de hadas igualmente se podría llegar a la conclusión del porque no puedo ni siquiera mover mis dedos.

–Creo que ahora sí te excediste –me regaña Antón–. Mejor vamos a casa y estamos con la bebé.

Sacudo la cabeza para despejar mi mente cuando siento unas uñas recorrer mi brazo.

–¿Qué tenían esos polvos? –pregunto girando mi rostro hacia la rubia a mi lado.

Una sonrisa ladina se instala en su rostro mientras sus uñas siguen recorriendo mi brazo, el cual de un movimiento brusco saco de su alcance.

–Solo somníferos y una mezcla de afrodisiacos.

–¿Somníferos? –arrugo el ceño–. ¿Por qué mierda le pondrían somníferos?

–Porque así te relajas –se encoge de hombros e intenta volver a tocarme.

–No me toques –gruño agarrando su muñeca con fuerza–. No me gusta que te toquen.

–Eso he oído, solo quería comprobar –se zafa de mi agarre y comienza a acariciar su muñeca–. ¿Cómo te acuestas con tantas si no te gusta que te toquen?

Mis ojos caen en como sus dedos acarician su piel, quizás ocupe mucha fuerza, pero me da igual.

–Las amarro –respondo como si nada viendo hacia el frente.

Observando como uno de los lobos de la guardia, cabe decir que obviamente debe tener día libre al ver su estado. Incluso creería que esta peor que yo, sobre todo porque esta bailando sobre una mesa y ellos se caracterizan por ser centrados aun cuando no están en labor.

–¿No tienes ganas de amarrarme a mí? –la voz de la rubia me hace volver a verla.

Tiene una sonrisa ladina en la cara, intentando parecer sexy, pero más parece una mueca que otra cosa. Bajo mis ojos por su cuerpo, observando sus tetas que rebosan por el ajustado vestido que esta usando, claramente una talla menos de la que ella debe ser. Sus piernas cortas y broceadas las tiene sobre el sillón dobladas dejando sus pies bajo su trasero.

Vuelvo a repasarla nuevamente intentando convencerme, pero termino chasqueando la lengua cuando me doy cuenta de que nada en ella me atrae.

–La verdad, no–vuelvo la vista al guardia que ahora tiene a una hada en sus piernas.

–¿Disculpa? –prácticamente grita sobre la música–. ¿Dijiste que no?

–No sabia que eras sorda, ¿te hablo en lengua de señas? –giro mi rostro nuevamente hacia ella dejándolo caer contra el respaldo viendo como si cara de transforma en una mueca de desagrado.

–Pero ¿Por qué no? –gruñe–. Te acostaste con mi amiga la semana pasada y yo soy mucha más linda que ella, ¡PORQUE CONMIGO NO!

Ruedo los ojos antes de verla con fastidio.

–Resentida –habla Antón.

La ignoro intentando ponerme de pie, pero su mano se enrosca en mi brazo.

–¡NO ME DEJES HABLANDO SOLA!

Me volteo hacia ella con la mandíbula apretada y no sé que rostro tendré que prácticamente se encogió en su lugar. Y la típica sensación a la que me acostumbre ya se instaló en mi cuerpo.

–Dije que no me toques, joder –gruñí con los dientes apretados sacando mi brazo con brusquedad.

Un pequeño chillido salió de ella y sus ojos se abrieron más de la cuenta.

RecházameWhere stories live. Discover now