7.|| Eddie ||

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|| Noviembre, 1985 ||

|| Grace ||


Conocía a Eddie desde el 84's; su personalidad y forma de ser era tan única que me cayó bien al instante, y con el tiempo, me enamoré. Pero lo que no sabéis es que, antes de que me dijese que le gustaba Steve, empezamos a salir. Siento haber omitido esa parte.

En ese momento no tenía claro lo que yo era, pero cuando ese chico que me gustaba, tan único, me dijo que ser diferente no estaba tan mal y que no pasaba nada si te gustaban cosas diferentes a las de los demás y me confesó que él era una de esas personas que las gustan personas de su mismo género y que de esa manera él era feliz, abrí los ojos. Desde ese entonces, Eddie y yo somos como hermanos.

Así que ya puedes hacerte una idea de a quién recurrí en seguida para contarle lo sucedido con Chrissy, ¿Verdad?

—¡Pero, ¿Tú sabes cómo me ha mirado?!¡Y luego cuando se fue corriendo a cambiarse porque yo estaba allí!—Eddie saltaba de un lado a otro con euforia y emoción abundante, aplaudiendo y andando rápido por todo su salón. Yo solo permanecía en una silla de éste, muy emocionada y botando en el sitio.

—¡¿Lo ves?!¡Te lo dije!¡Yo te lo dije!¡Te dije que no era hetero!— Dijo, apuntándome con un dedo índice acusador con cada palabra que decía, poniéndolo a la altura de mis ojos.

—¡¿Y yo qué sabía?!¡No me digas que tú no la ves y desde lejos piensas en la persona más hetero del mundo!

—Pues no. ¡Ella es...!— E hizo una pausa para arrodillarse en frente de mí y mirarme a la cara mientras que hacía como un arco con ambas manos desplazándose a lados opuestos para terminar agitándolas en el aire y luego decir:— Bisexual.—Me reí ante su emoción tan notoria; creo que hasta estaba más emocionado que yo.

Suspiré.

—Ojalá tuviese alguna oportunidad con ella.— Eddie se levantó del suelo e hizo que elevase la cabeza otra vez para mirarle directamente a él, tirando con su dedo pulgar e índice desde mi mentón hacia arriba, y me recordó a cuando hacía eso cuando empezamos a salir e íbamos a darnos el típico primer beso.

Qué curiosa que es la vida, ¿Verdad? Quiero decir, ¡Miradnos ahora! Siendo prácticamente hermanos de otra madre.

— ¿Quién dice que no la tienes?— Y antes de que pudiese responder, volvió ha hablar:— Querida, en la vida hay que sacrificarse un poco. Ser valiente. Si no, ¿Cómo puedes saber que no vas a poder tener oportunidad con ella si ni siquiera lo has intentado? A lo mejor no soy una chica como para entender tu cabeza y cómo funcionáis en esto del amor lésbico, pero soy un homosexual de mierda que se enamoró de un chico traumatizado con su ex, así que lo único que te puedo decir es que vayas a por tu chica y la comas la boca y os vayáis juntas a algún viaje de esos ñoños y os compréis esas camisetas a juego de cualquier tienda cutre.— Sopesé sus palabras pero me di cuenta de que Eddie por fin había confesado estar enamorado de Steve, lo cual me distrajo de todo; abrí mucho los ojos, dibujé una sonrisa en mi cara y agité mis manos sin ser capaz de hablar.

—¡Eddie!

—¿Qué pasa?¿Qué he dicho?— Cuestionó confuso y algo preocupado por mi reacción ante su discurso.

—¡Acabas de admitir que estás enamorado de Steve!— Eddie abrió en sobremanera los ojos y se puso rojo como un tomate antes de boquear como un pez al no encontrar las palabras que respondieran a eso mientras yo adquiría una expresión de extremada ternura inspirada por parte de mi mejor amigo.

—¡Grace!¡Joder!¡Puta... hija de...!¡Agh!— Exclamó y yo me estuve riendo de él durante las siguientes dos horas mientras él se cubría la cara con las manos y se apoyaba en la encimera de la barra que separaba el salón con la cocina. La segunda hora se unió a mi risa y nos dio un ataque de risa a ambos. Uno de los que no se olvidan en mucho tiempo. De esos que experimentas con una de las personas más especiales e importantes en tu vida. De esos que hace que el tiempo se pare durante ese instante, sin nada que te preocupe.

Y mientras que veía a mi hermano de otra madre rojo como un tomate por la vergüenza, apoyado en la encimera por la risa y la incapacidad de no poder levantarse sin caerse, y la risa nerviosa de cuando confiesas algo muy gordo que te llevas callando durante mucho tiempo... pero de esos tipos de risa que te da después de descubrir que la otra persona se lo tomó de la mejor manera posible. De esa risa de alivio profundo. De la que te desenreda el nudo del estómago. Me di cuenta de que a o mejor no todo era tan malo como parecía. 

Porque hasta las personas pertenecientes a la comunidad como Eddie, tan valientes, tan únicas, incluso esas personas, tienen terror a decir en voz alta lo que sienten por miedo, por confusión, por desaprobación por parte de sus seres queridos.

Y eso me dio un valor inexplicable. Porque si Eddie, siendo el ser humano más echado para delante que conocía pero que tenía tanto miedo de decir en voz alta la verdad, había podido hacerlo, ¿Por qué yo no?

Y ahí fue cuando entendí que no son nuestras decisiones u opiniones las que nos impulsan a hacer las cosas, son nuestros sentimientos y la forma en la que vemos a nuestros seres queridos. Pero a esos seres queridos especiales. Tan esenciales como el aire que respiramos.

Porque necesitamos a nuestros seres queridos tanto como el aire que respiramos.

Le di un beso en la mejilla a Eddie, quien aún se estaba riendo, antes de irme con prisa hacia la puerta de su tráiler.

—¡Gracias, Eddie!

—¡Oye! ¿A dónde vas?— Me preguntó muy confundido pero aún con una sonrisa amplia y temblando un poco por esos espasmos de risa involuntarios cuando yo ya casi estaba cerrando la puerta. Y le respondí a voz en grito:

—¡A ser valiente!



N/A: ¡Pero comentad en los episodios, que me encanta leeros!

|| 𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐄𝐬𝐜𝐨𝐧𝐝𝐢𝐝𝐨 ||Where stories live. Discover now