El de orejas oscuras le sonríe,
no tiene esa fea máscara que
lo cubre todos los días ahora
está expuesto y eso enloquece
al hechicero que nunca creyó
ver una sonrisa igual
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Los dedos iban tímidos hacia los del híbrido y hasta el más mínimo sonido le zumbaban en el oído sumados a los de sus amigos que jugaban en la arena y el mar, las piernas le tiemblan al por fin sentir la mano del otro que mueve las orejas por instinto y envuelve por completo los dedos del hechicero, casi puede sentir que el aire se le va pues la calidez del oso es una que nunca ha sentido y es tan íntima que lo hace jadear a gusto
Las olas del mar caen y vuelven a caer fuertes, el viento silba brusco y las personas que iban por ahí son un buen fondo para relajar los. Juan teme verse tonto por su nerviosismo pero ve que el oso está igual que el con las mejillas rojas y con un gran problema para hablar, los dos se ven y con la otra mano libre el de pelaje negro le da una caricia a la mejilla del menor, es un tierno gesto que lo hace querer deterrirse en sus dedos
─── ¿Me dejas besarte?
En unos instantes el aire se le va como si no hubiera más, asiente una o dos veces llevándose una risa burlona del híbrido que lo agarra de la barbilla y toque sus labios con los de él, inquieto el de bandana roja aprieta la mano del contrario y este repite su acción mientras se besan en una estúpida escena cliché. Tras una tarde de absurdo verano los dos deciden ir de la mano a sus casas, descalzos yendo en la arena y confesando cosas que solo ellos y las olas del mar sabrían
.
El oso llevaba en su espalda al hechicero, lo agarraba de la espalda baja y una que otra vez bajaba un poco pero nada fuera de lo limitado estaba bien le gustaba oír las risas de el otro quien le decía “ ¡ Más rápido ! ” insitandolo a correr para espantar a unas aves o escapar del agua que le mojaban los pies
Fue extraño cuando se dieron cuenta que ya no había arena si no pasto que le hacía cosquillas, baja al menor y el solo lo guía de la mano hacia unas bancas que se veían decentes . Es allí en donde el hechicero lo agarra del cuello de su camisa y le da un suave beso, mierda no pudo contener las ganas de atraerlo más a él y rodear sus caderas solo para por fin mandar a la mierda el espacio personal , el mayor aprieta el agarre y hace que Juan le rodee con sus piernas la cintura hasta agobiarse por la falta de aire
