Final. P1

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Capítulo 13, parte 1.

"¿Quieres saber si te amo? Perfecto, solo mira cómo te miro y fíjate en cómo me río por cada cosa que dices. Observa la sonrisa que envuelve mi rostro cuando pronuncias mi nombre o cuando tengo la dicha de pactar el tuyo, e incluso todo lo que hago para hablar contigo. Solo date cuenta de lo embobado que me tiene el mirar tu bella sonrisa, y si es que aún tienes dudas, te invito a entrar en mi cabeza, para que así veas que todos mis pensamientos, mis deseos y anhelos son tuyos, e incluso si de esa forma no me crees, toma mi corazón y compruébalo por ti mismo. Sabes que soy un terrible actor, ¿Crees que podría fingir que te amo? Porque si lo crees, entonces eres más ciego de lo que creí..."

Matsuno Chifuyu –

  Sonrió inevitablemente al removerse entre las sábanas, lo suficientemente descansado como para ser capaz de correr por horas sin la necesidad de detenerse a tomar un respiro. Sus párpados cerrados filtraban con levedad la luz solar de mediodía, provocando cierta necesidad de moverse de ese lugar, y el calor en su rostro comenzaba a ser agobiante, más eran factores superfluos ante la cálida sensación aguardada en el interior de su pecho. Un aroma dulce impregnaba el sitio, y se veía dichoso de estar tan a gusto en la acolchada superficie de la cama. Abrió la boca, tan solo para dejar entrar una bocanada profunda de aire tibio que rellenó sus pulmones, para luego soltar todo en un agudo sonido impostado. Los huesudos dedos de la mano contornearon el área del ojo izquierdo un par de veces, frotándolo con tranquilidad, mientras la extremidad contraria se encargaba de tantear el colchón, en su búsqueda, esperando que, en algún momento, la yema de sus dedos rosara la piel ajena, sin embargo, sus intenciones nunca pudieron llevarse a cabo, puesto que aquel espacio sobrante de la cama estaba frío, cubierto apenas por un par de almohadas de pluma blanca.

  La línea central que separaba los nervios de las cejas se le arrugaron improvistamente, inconforme con el resultado que había obtenido, por lo que no vio otro remedio mejor que abrir finalmente sus ojos.

  La abrumadora luz del día le obligó a juntar nuevamente los párpados, apretando este con fuerza. Un bostezo escapando de lo más profundo del pecho fue lo que lo motivó a pestañear repetidamente, esperando adaptar el cian a la iluminación ambiental. El primer vistazo de realidad que golpeó en su consciencia fue el blanco cielo que conformaba el techo del departamento en el cual residía, extrañándole con ligereza hasta haber podido recordar de mejor manera los eventos pasados hace un par de horas. Una sonrisa gratificante se curvó en los resecos y rosados labios al percibir las cosas de manera más adecuada, con cada recuerdo rememorado de la noche anterior. Estiró los brazos hacia arriba, moldeando cada músculo entumido.

  Sus pensamientos volvieron a los reflejos rubios sobre el cabello oscuro. Esa mirada miel que le otorgaba la anhelada ataxia y una etérea piel color almendra, adornada por un simpático puntito en lo alto del pómulo, tan mondo e inefable, como si se tratase de un suspiro prolongado. Torció la comisura de los labios aún más, pintando en su semblante una sincera sonrisa, conmocionada, dulce, maravillada.

    – Despertaste... – Tal como si fuese una molesta alarma resonante en un día domingo por la mañana, esa apagada voz le aturdió los sentidos, arrancándole de sus preciadas fantasías, atrayéndole una vez más a encontrarse en esa circunstancia desesperante. El sujeto le observó reincorporarse, mirándole con sorpresiva expresión. – Creí... Que no ibas a volver...

    – Baji... – Susurró, átono. La mirada oscura no se apartaba del brillo cian, logrando estremecerle de los pies a la cabeza, incrédulo del acto de presencia. La carne fue atrapada instintivamente por sus blancos incisivos, mientras rascaba el cuero cabelludo oscuro con repentino nerviosismo. – ¿Qué...? ¿Por qué? ¿Qué haces aquí?

Entre alcohol y tabaco [Kazufuyu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora