Capitulo I "Maddison"

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—Mi nombre es Maddison Kleint y... — lágrimas surgen, logrando empapar mis mejillas. Las miradas llenas de lástima no tardan en llegar.

Desvío la vista hacia otro lado.

—Tranquila, todo a su tiempo —me reconforta la encargada de este grupo de ayuda —un aplauso para Maddison, ha sido muy valiente, —anima a los demás para que aplaudan. Le dedicó un gracias en un leve susurro.

Asiente con la cabeza

— ¿Alguien desea compartir su experiencia con nosotros?— prosigue. Me reincorporo en mi lugar en posición algo encorvada.

Los siguientes segundos, me concentro en evaluar este lugar.

El instituto de ayuda gratuita "Kindells For"

Si tuviera que describirlo en una palabra, seria blanco. Exactamente, BLANCO. Cada rincón, posee un aura de paz e incertidumbre, gracias a sus paredes de ese color, sin mancha o sucio alguno.

Me sorprende lo impecable que se encuentra, pareciera que nunca se ensucia. Lo cual es extraño, teniendo en cuenta la clase de personas que se relacionan aquí.

El resto del lugar, es muy cliché como cualquier otro centro de ayuda. Unos cuantos cuadros o certificados de higiene, dados por algún centro de salud del Estado. Algunas sillas de plástico, ordenadas perfectamente en un semi círculo, para lograr una mejor visualización. Y lo que no puede faltar, un grupo de personas completamente destruidas tanto física como psicológicamente por algún acontecimiento en su vida.

Y ahí me encuentro, entre ese grupo de individuos rotos, por los designios del universo.

—Me llamo Isabel. Sufro de ansiedad.

Una voz casi inaudible me saca de mis pensamientos. Giro mi cabeza en dirección de la persona.

Una morena, de ojos verdes. Isabel Druht, no se mucho de ella, cuando llegue por primera vez, ya estaba aquí hace algunos meses. Sé que sufre de ansiedad y problemas de autocontrol.

Es algo tímida, me sorprende escucharla hablar, podría decir que es la primera vez, que se expresa con el grupo. Isabel comienza a peinar con los dedos su cabello negro que le llega un poco más arriba de la clavícula, luce bien, pocas mujeres he visto que logren lucir con éxito ese tipo de cortes.

Los demás la miran fijamente.

Espero que continúe hablando. Aunque creo que su pequeño momento de valentía tenía un límite, porque inmediatamente, se acomoda en su asiento, para comenzar a morder las uñas de su mano derecha.

Que asco.

Decido no prestarle atención. No me desagrada la chica, pero no tolero que haga ese tipo de cosas, es antihigiénico.

La encargada no parece importarle, si no al contrario, sonríe con satisfacción. Deja aún lado su libreta verde, dónde anota toda clase de progreso o dato que ella cree importante para nuestra mejoría. Luego se acerca con paso firme a donde se encuentra Isabel aún entretenida con su mano.

La chica al notar su presencia se atemoriza.

—Buen trabajo, Isabel— dijo la encargada. Dándole un apretón en su hombro.

Inmediatamente el lugar se llena con sonidos de aplausos.

Isabel se ruboriza. No está acostumbrado a ser el centro de atención de Clarissa.

Clarissa es una mujer latina, residenciada acá hace tiempo, aunque su acento aún la delata, se mudó al país cuando comenzó sus estudios en la facultad de psicología en Londres, tiene unos cuarenta años aproximadamente, es elegante, se nota a leguas que viene de una familia de posición. A pesar de su edad, se conserva bien, por eso no es raro pillar de vez en cuando alguno de los pacientes observando embobados.

Sumido en la oscuridad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora