- Ya, no llores - El pequeño niño consolaba a su amiga.
- No quiero que te vayas, Alex - Ella se aferraba al torso de su amigo.
- Prometo venir a visitarte - El pequeño separó a su amiga de él un poco y la miro a los ojos - Tengo que irme...
Justo...
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La pelinegra frunció su ceño. No sabía como sentirse realmente, pues la advertencia de Arianna sonaba a una de esas amenazas que te hacía una niña en la primaria, pero a la vez la crudeza en su tono sumado al trasfondo económico y social que poseía la castaña le aumentaba la seriedad al asunto.
Ni una palabra salió de su boca, Aria solo se quedó allí plantada, pensativa, mientras que Arianna, no sin antes dedicarle una mirada acuchillante, salió por la puerta tal y como había entrado minutos atrás.
Oficialmente, Aria se sintió con ganas de irse de aquella fiesta después de que su noche se torciese con lo que había ocurrido.
Desganada, salió por fin del cuarto de baño, casualmente encontrándose con Tina.
- ¿Estás bien? - Preguntó la castaña con tono de preocupación. Tomó el brazo de Aria y ambas bajaron comenzaron a bajar las escaleras hasta la planta baja - Vi salir a Arianna del baño...
- ¿Podemos salir un momento? - Habló la pelinegra. Tina no puso objeción alguna, por lo que en cuestión de segundos se abrieron paso entre la gente para salir al patio delantero. Las dos chicas se sentaron en la acera, lejos de la multitud.
- Cuéntame ¿Qué pasó?
- Por casualidades de la vida me tocó encontrarme con Arianna, ya la viste salir conmigo de baño ¿No es así? - La castaña asintió, estaba intrigada por el qué le había sucedido a su amiga - Pues allí dentro me preguntó que si me gustaba Quackity... También me habló de alejarme de él, y que si no lo hacía habría consecuencias - El tono con el que Aria explicaba todo era de impotencia, pues se arrepentía de no haberle dicho un par de cosas a aquella chica.
