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―Aquí tienes ―Yoongi extendió la bebida a su novio

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―Aquí tienes ―Yoongi extendió la bebida a su novio.

Sí, a su novio.

―Gracias, Yoonie ―agradeció con una sonrisa, pero al recibir una mala mirada del chico, dejó un rápido beso en sus labios.

―Jamás pensé que existiría algo más empalagoso que las malteadas de fresas, pero ustedes existen ―comentó Hoseok, fingiendo asco.

Luego de la confesión indirecta de Yoongi, ambos empezaron a salir. Los últimos meses habían sido, probablemente, los mejores de sus vidas y esperaban que los siguientes fueras iguales.

En aquel momento se encontraban en la cafetería de la escuela, pues tenían hora libre y nada mejor que hacer.

―¿Me ayudas a estudiar para el examen, fresita? ―preguntó Yoongi cambiando de tema.

Jimin asintió sin darle mucha importancia a las palabras de su novio, pues estaba buscando unas fotos en su celular.

―Uy, estudiar, ¿o más bien otra cosa? ―bromeó Seokjin, recibiendo un golpe del pelirosa que estaba a su lado― ¡Yah, perdón!

Jimin se levantó de su asiento y jaló a Yoongi con su mano libre hasta la salida de la cafetería.

―¿Se habrá molestado? ―preguntó Hoseok, observando a su amigo con pánico.

―Lo dudo ―restó importancia Seokjin.

Por su parte, Jimin y Yoongi caminaban por el gran jardín. Era algo que disfrutaban; caminar tomados de la mano sin decir nada. Simplemente era bonito estar junto a la persona que amas sin necesidad de hablar para expresar su amor.

―Bebé, ¿me esperas acá ―preguntó Yoongi, deteniendo al pelirosa.

―Bueno ―asintió inseguro―. Pero tienes que volver a mí, ¿si? ―abrazó fuertemente al pelinegro.

―No hay otro lugar al que preferiría volver ―dejó un beso en su frente y salió corriendo al edificio.

Y ahí se encontraba Jimin, esperando, en uno de los edificios frente a la institución, a que su novio volviera.

¿Por qué tuvo que dejarlo para hacer algo? O mejor dicho, ¿qué iba a hacer? No era alguien naturalmente celoso, pero dudas tenemos todos. Deseaba que volviera pronto, pues últimamente había empezado a odiar la sensación de estar solo.

―Todo es tu culpa, Min Yoongi ―murmuró Jimin.

―¿Qué hice, bebé? ―preguntó preocupado Yoongi, quien ya se encontraba a su lado.

Sus mejillas se tornaron rojizas, negó con la cabeza sin decir nada más, esperando a que sea él quien hablara.

―¡Aquí tienes! ―Yoongi entendió una pequeña caja―. No es nuestro aniversario, ni nada especial; pero cual lo vi pensé en ti y creo que nunca es mal  momento para apreciarte.

El pelirosa tomó la caja enternecido, mientras que Yoongi se sentaba a su lado, dejándole recostar la cabeza en su hombro. 

No duró mucho la bella escena, pues Jimin se levantó emocionado, viendo el contenido de la cajita. Dentro había una pulsera de plata, con varios dijes diferentes. Entre los más destacables, se encontraban una fresa y un cartón de leche.

―No había nada parecido a una malteada de fresa, así que hice una combinación con la fresa y la leche ―comentó Yoongi―. Pero realmente esto solo fue un regalo de los que compré, en tu asiento en el aula hay una sorpresa mejor.

Jimin observó emocionado a Yoongi, y antes de poder salir corriendo al aula para descubrir su sorpresa, Yoongi le abrazó, impidiéndole que se moviera. 

―¡Yoonie, suéltame! ―exclamó entre risas.

―Eres demasiado bonito para huir de mis brazos ―calló a Jimin―. No sabía que tenía tanto poder sobre ti.

―¿Eh, qué dijiste?

―¿Te gustaría que te lo susurrara al oído? ―preguntó en el oído del pelirosa, logrando que se estremeciera.

No logró reaccionar hasta que el mayor se separó de él y tomó su mano para llevarle al aula. El camino no era largo, para suerte de Jimin, su curso se encontraba en el primer nivel del edificio, así que no les tomó más de dos minutos llegar.

―¡Dios, que lindo! ―exclamó Jimin, tomando el peluche.

Sí, un peluche. Pero no cualquier peluche, se trataba de una versión coqueta de un pollito rosado.

Lo mejor de todo es que Jimin le había enviado un foto del animal a Yoongi, diciéndole que era muy bonito y le gustaría uno así. 

―Cuando fui al centro comercial con mi madre, vi el peluche de lejos y pensé en ti ―sonrió, acercándose a su novio. 

Unos pocos segundos pasaron, quizá un minuto. El aula en total silencio mientras que Jimin contemplaba el animal de peluche, y claro, Yoongi le contemplaba a él.

―¿Pensaste en mí?

―Siempre pienso en ti, bebé.


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