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La vida podía ser hermosa, y también horrible. Solamente dependía de quién lo viera así. A los ojos de muchos, vivir era una completo castigo; un pensamiento tan simple y tan mezquino, tan ruin; una calamidad que convertía todo a su paso en un infierno.
Lucy y Rin eran completamente diferentes; como el día y la noche, como el sol y la luna, como el agua y el aceite. Era casi como si su nombre fuera el antónimo del otro, y a simple vista no tenían nada en común, aunque la realidad era completamente distinta: ambos odiaban la situación en la que habían nacido.
Yamamoto Lucy era tan brillante como el sol, y sin embargo, durante toda su vida creyó que era completamente ordinaria, que no existía nada especial dentro ella, que era incapaz de destacar por el simple hecho de existir. Creció con un deseo ardiente sobre su pecho, cuya llama era imposible de apagar; ansiaba con toda su vida sobresalir, tener la atención y admiración de las personas solo para ella.
Y por otro lado, Itoshi Rin era todo lo contrario: nació para ser un sobresaliente, para recibir elogios y tener los ojos de la gente sobre él, expectantes sobre su próximo logro, pero él lo odiaba. Detestaba el ruido, la gente chismosa e interesada, y sobre todo, detestaba que todos sus méritos, que todos sus reconocimientos, no le pertenecían a él, sino a su hermano. Aborrecía la idea de que su propio camino había sido escrito junto con el de Sae.
El odio era el culpable de que de cruzaran los caminos de aquellos que creían que la vida era un castigo, que habían sido maldecidos con un sufrimiento eterno.
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YOU'RE THE ONLY GOOD THING IN MY LIFE
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