CAP. 4

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Sábado, fin de semana, no había clases y tampoco trabajo, gracias a la vida sus padres no estaban ya que según entendió en los dos segundos que le hablaron de que se irían de viaje a un destino desconocido para él.

Se había levantado temprano, comió lo que pudo y salió hacia su hogar en construcción, el mejor lugar de todos, su lugar seguro en el planeta. A las diez y seis ya estaba en aquella pequeña casa de madera casi alejada de la sociedad y bullicio de la ciudad.

Estaba llena de telas de araña, polvo y al parecer ahora crecían pequeñas florecitas amarillas y blancas en la parte baja de las paredes de enfrente. Estaba un poco descuidada por el tiempo de ausencia, pero aún así se miraba preciosa y podía continuar con sus arreglos.

Camino hacia una peculiar piedra en forma de flor mal hecha, saco la llave que esta guardaba; estaba llena de tierra e incluso en el pequeño hoyo estaba creciendo una plantita. Era increíble como una plantita podía crecer en un par de meses.

— Podría estar peor — susurró al abrir la puerta y encontrarse con una gran capa de polvo sobre las mantas que cubrían las pocas cosas que habían comprado hasta ahora.

Se dio ánimos y camino hacia los utensilios de limpieza. Limpio el techo, las paredes, el piso de madera, la parte de afuera y la pequeña habitación donde tenía sus dibujos ya un tanto deteriorados por la exposición a la humedad. Cuando el hambre se presentó y su estómago rugió casi haciéndolo retorcer devoro su abundante almuerzo que había comprado en una tienda antes de tomar el autobús.

Lavo el pequeño baño y termino de limpiar su habitación, era una casa pequeña, con el espacio suficiente y necesario para una persona que quisiese pasar desapercibida de todo. Su abuela se la había dejado al saber que su padre no le convenia a su madre.

Cuando la noche llego encendió las lámparas haciendo que la vista fuese simplemente perfecta, sonrió al ver todo lo que había hecho y se felicitó.

— Pronto — se dijo sonriente saliendo un momento de la casa observando aquellos árboles que lo rodeaban y el bonito cielo que lo acompañaba. Sus días mejorarían, estaba seguro de ello y la esperanza no moriría.

Se sentó en aquella vieja banca y se quedó observando su alrededor ignorando olímpicamente el dolor de su espalda baja, dejo que la paz lo inundara y el deseo de tener dieciocho creciera, solo faltaban un par de meses más y su vida cambiaria por completo.

"Mark..."

El nombre llego de la nada quedando en su cabeza, preguntándose muchas cosas que no tenían repuestas pues no contaba con un celular para comunicarse. Quería uno para hablar con Hyunjin, con sus dos mejores amigos, con su amigo que estaba en otro país y con Mark que ahora formaba parte de su pequeño circulo social.

— Hora de entrar — susurro levantándose con cuidado y adentrándose en su hogar. Sintiéndose muchísimo más relajado tomo un buen baño, esta vez se tomó el tiempo de lavar muy bien su cabello y frotar su piel dejando y disfrutando como el agua tibia recorría su cuerpo — Se siente tan bien — jadeo.

Se sentía tan feliz y emocionado, sabía que si todo salía bien pronto seria libre, iría a la universidad que deseaba con una beca completa, saldría adelante y se convertiría en un profesional, todo quedaría en el pasado justo como un mal sueño...

El maestro de artes anteriormente le había comentado que si seguía así podría aplicar a una de las mejores universidades del país, él le ayudaría en parte porque eran cercanos y por otra parte estaba que por varias razones no poseía muchas clases extracurriculares, nada más contaba con la clase de arte y literatura.

— Tengo hambre — puchicheo tocando con cuidado su estómago, preparo un ramen instantáneo.

Mientras cenaba miraba nuevamente su alrededor notando que hacía falta y que podía remodelar, quería que fuese un lugar muy bonito y lleno de vida, quería pintar las paredes en un color claro, tal vez un blanco perla que le ayudaría a ver más espacioso el lugar.

Mi Persona Especial - MarkhyuckWhere stories live. Discover now