Un nuevo comienzo

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La cabeza me dabá vueltas, no sabía decir dónde estabá.

Asumí que despertaría en el hospital pero para mi sorpresa, lo primero que ví fué la lámpara de mi aparamento. La luz estabá apgada y solo entrabá algo de luz que se colabá por la cortina entrecerrada.
Me traté de levantar, la moqueta en frente a mi estabá cubierta de cajas de medicamentos y jarabes, también me di cuenta que al lado de mi mano había una navaja suiza ensangrentada. Mis manos estabán cubiertas de sangre y mis muñecas estabán cortadas.

Aún estabá algo mareado pero poco a poco empezé a recordar...
El ataque de pánico... ese llanto amargo... el grito desgarrador que solté después de cortarme la vena tan profundamente... todos esos recuerdos corrían por mi cabeza como liebres en un campo, me levanté lentamente pero casi vuelvo a tropezar, me sentía débil.

"¿Qué hora será?"  Me pregunté a mi mismo. Caminé cojeando hasta la mesa y cogí el móvil, lo desenchufé del cargador y miré la hora.

No tenía palabras, el ataque ocurió el 28 de Diciembre y ya erá el 4 de enero...

"Realmente a nadie le importo, no sé por qué me sorprendo."

Aún así, eso lo dijé con los ojos llorosos, tenía una ligera esperanza de que alguién se diese cuenta de mi ausencia.

Miré a ver si había algún mensaje con un: "¿Cómo estás?" o algo similar, me sorprendió ver que mi abuelo si me había mandado un mensaje, le cuesta mucho ver, y escribir algo tan simple como ese: "feliz navidad nietecito, cuídate mucho" le había debido de costar mucho.

"Mi abuelo si se acordó de mi..." rompí a llorar, el sentimiento erá agridulce, solo una persona se molestó en felicitarme y ese erá mi abuelo. Su vida fué muy dura, la mujer con la que tuvó a mi padre le engañó por dinero y se divorciarón, fué un padre soltero criando a un niño cabezota.

Pensé que debería visitarle pronto y decidí buscar un hueco en mi agenda.

En dos días iría a verle, me quedaría una tarde en la ciudad de al lado con él y volvería.

Empezé a recoger mi habitación.No sé aún como es posible que haya estado tanto tiempo inconsciente sin que nadie se diese cuenta, supongo que mi llanto solo fué una carga insoportable para los vecinos y se habrían alegrado de mi "ausencia". Cuando ya estabá todo recogido fuí a bajar la basura y me sorprendo ver que había una caja con libros de la nueva universidad a la que asistiría pronto.

"¡Los libros ya están aquí!" Exclamé con sorpresa. No me gusta mucho la interacción social gracias a mis padres y la gente que se burlabá de mi en mi instituto así que estudiar siempre solía ayudarme a distraerme de los malos pensamientos y me gusta hacer las cosas por adelantado, con lo cual pensé que cuando subiese empezaría a hacer los ejercicios de los libros.

Ansioso, suví la caja a la mesa y la abrí. El olor a libro nuevo siempre me ha fascinado.

Me preguntaba cómo sería el primer día de clase. Por lo visto empezaba el día 8. Tengo cuatro días para prepararme y aparentar que mi cuerpo está bien. Decidí ponerme algo de ropa decente ya que iba semi desnudo el día del ataque de pánico. Una sudadera negra. Un pantalón vaquero que me quedaba enorme. Toda mi ropa me quedaba enorme por la falta de comida pero nada que un cinturón no pudiese arreglar.

Cogí algo de dinero y me dirigí a una tienda cercana dónde compré unos fideos instantáneos, un invento japonés. Durante la guerra encontraron la forma de preservar los fideos en buen estado por más tiempo para que los soldados pudiesen reponer fuerzas tras la batalla.

A veces considero la idea de mudarme a Japón algún día. A Hokkaido dónde nieva mucho. Es un país muy bonito si quitamos su tasa de suicidios... Al menos sus tradiciones parecen entretenidas. Cuanto quiero salir de España, quiero estar lejos de mi padre, lejos de todo lo que me recuerde a lo que ha pasado. Otra vez me estoy rallando, no debería comerme la cabeza.

Pero estoy solo andando de camino a la tienda y no puedo evitar sentirme así. Me pusé los auriculares y gracias a la música pude distraerme hasta llegar al Mercadona. ¿No pensaríais que solo iba a comprar fideos no? Es ridículo esto. Soy el personaje principal pero no lo disfruto. ¿Es impresionante no es así? ¿Por qué todos los autores tienen que darle historias trágicas a sus personajes? Entiendo que tienen que ser geniales pero no perfectos. Sé que mi autor no me va a dar super poderes. Más bien me hará sufrir, ¿pero a quién le importa? Solo soy un personaje. De vuelta al papel...

Abandonado por los astrosWhere stories live. Discover now