Serie de drabbles y one shots dedicados a este par de idiotas en el mes de flufftober. Acompáñame en este vaivén de emociones, donde predomina el fluff y lo tierno.
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Créditos de la portada a la artista de twitter @artsandmu
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We were both young when I first saw you, I close my eyes and the flashback starts
A Shouyou le gustaban los bailes que preparaban sus padres de vez en cuando. Le gustaba conocer gente nueva, salir un poco de la zona de confort, dar sus vueltas por el palacio mientras le señalaba lo bueno del lugar a sus invitados.
Le gustaban los bailes de máscara y seguir su intuición para dar con los desconocidos cuando le invitaban a bailar.
Le gustaba, sí, pero no cuando su mano estaba en juego y sus padres se debatían por escoger al mejor candidato para desposarse en matrimonio.
Era por esa sencilla razón que seguía en su asiento, ajeno a la felicidad que solía rodear la atmósfera de esos eventos, porque él no estaba feliz en estos momentos, sintiendo cómo le quitaban la poca libertad que le quedaba de esta forma tan ruin y baja.
—Les repito que están desperdiciando su tiempo en conseguir a alguien.
—Vamos, Shouyou, no seas así, ve a divertirte un poco, la decisión la tomaremos juntos al final del evento.
— ¡Mamá, tengo veinte años!
—Un príncipe como tú no debe alzar la voz de esa manera a su madre —le reprende su padre.
Se siente como un niño de cinco años que no puede tomar sus propias decisiones. Así que le toca actuar como tal.
—Es que no lo entienden, no me quiero casar —les recuerda, remarcando cada una de las sílabas, para que les quede claro el meollo del asunto.
Que su molestia no se le irá solo por los regalos que reciba de todo el reino ni porque le dejen hacer un viaje por su cuenta como siempre ha deseado. Se trataba de su futuro, de su vida, de su libertad, de poder decidir con quién casarse, cuándo y bajo qué circunstancias hacerlo.
Con amor. Hinata Shouyou quería casarse algún día, sí, pero solo de alguien de quien estuviera completamente enamorado y viceversa.
—Tu madre y yo nos casamos más jóvenes que tú, hijo mío.
—Madre y tú tuvieron suerte, que es diferente.
Porque lo tuvieron, eso no le queda duda a ninguna persona.
Sus abuelos eran viejos compañeros que lucharon en la guerra y llegaron al poder siguiendo cada paso y subiendo cada escalón requerido. Los reinos se separaron, pero para abarcar más terreno, más no la amistad de ellos. Por lo que sus hijos se conocieron desde pequeños, compartiendo aventuras, secretos y las primeras veces del otro.
Así que no fue sorpresa cuando a los dieciocho años se enfrentaron a sus padres para decir que querían casarse y volver a unificar el reino en el que crecieron. Convertirlo en uno solo y gobernar como se debía.
