Perder los nervios

5 2 0
                                    

La no muerta se encontraba llena de optimismo y su expresión lo confirmaba; entró por la puerta principal del instituto dando saltitos.

Unos chicos la saludaron y la acompañaron a su clase donde esperaba el resto.

Hizo un esfuerzo por poner la voz más aguda posible y les dió los buenos días a todos con un brazo en alto.

La chica de tirabuzones dio un salto de su asiento y la agarró de las manos.

- ¡Hola Elina, que bien que hoy te encuentres mejor! - Correspondiéndole el gesto la mayor recordó su incidente con la silla del anterior día. - ¿Quieres que te pase los deberes de química de hoy?... Bueno, no es necesario, ya te los hice yo misma.

Elina soltó las manos de la chica por inercia y le sonrió con agradecimiento pensando en lo preocupante del asunto... ¿Cómo no había pensado esto cuando estaba viva...?

Fue a sentarse a su sitio mientras hacía un escaneo rápido con la mirada para buscar a su amiga Esther por el camino pero no dio con nada.

Se sentó tranquilamente mientras abría su libreta de química, sobre su mesa... se sorprendió al ver los ejercicios perfectamente completos y hasta un dibujo suyo entre corazones.

Decidió cerrar la libreta sin pensar en lo que acababa de pasar y distraerse preocupándose en qué ha sido de su amiga.

La mañana transcurrió con la normalidad de la vida diaria de Elina, excepto por la constante incomodidad de sentir las miradas obsesivas de sus compañeros en la nuca.

Subiendo a clases tras el primer patio, (sin rastro de Esther), la chica encontró a un grupo de gente aglomerada a la entrada de su salón; no fue difícil abrirse paso en la multitud para enterarse de la situación, que no supo bien como interpretarla.

Los alumnos observaban en silencio a un chico bastante bajito y rubio, aparentemente de la otra clase pateando un cajón.

- ¡Dónde guardáis los malditos folios! - Su voz era tan aguda que parecía hasta graciosa. - ¡Los inútiles del B siempre sois un desastre!

Todo el mundo miraba a Elina y sabía que esta vez le tocaba dar la cara por su clase, así que dio unos pasos al frente y suspirando se apoyó en sus rodillas para estar a la altura del chico.

- ¿Se puede saber quién eres y qué haces poniendo la clase patas arriba? - No podía evitar mostrar una pequeña sonrisa mientras el chaval de delante soltaba chispas por los ojos.

- ¿¡Tú qué crees prostituta barata?! ¡Los idiotas que tengo por compañeros han vuelto a mandarme a juntarme con gentuza como vosotros por un par de condenados folios! - Le gritó mientras pataleaba el suelo iracundo.

Dos de los compañeros de la chica estuvieron a punto de echarse encima del rubio cuando la mayor les hizo un gesto para que se mantuvieran atrás.

- Supongo que los del C no conocéis los modales pero permíteme que te indique donde están los folios. - Se incorporó mientras sonreía con total control de la situación. - Sólo pido a cambio un "por favor".

Al instante el enano se puso como un basilisco.

- ¡Cómo te atreves a confundirme con los pobretones del C! ¡No necesito vuestros mugrosos folios, me largo de aquí! - El chico la fulminó con sus enormes ojos grises y giró sobre sus zapatos para abrirse paso fuera del aula empujando a la clase de Elina.

La chica echó un último vistazo al rubio alejándose corriendo echando humo por el pasillo, casi tropezándose con su pantalón largo dos tallas por encima de la suya, pensando en lo gracioso que habría sido si Esther hubiera estado allí.

Girlie gal undeadWhere stories live. Discover now