Capítulo 4

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"Lo mejor tarda en venir,y lo peor está está a la vuelta de la esquina

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"Lo mejor tarda en venir,
y lo peor está está a la
vuelta de la esquina..."


NARRADOR 

—¡Que mierda está pasando en este jodido lugar!

—Kacchan no grites, e-esas cosas podrían escuchar.— Le pidió midoriya en un severo susurro.

—El chico tiene razón, más les vale guardar silencio.— Habló el hombre. 

El grupo de adolescentes se encontraba caminando a paso rápido por la carretera acompañados de aquel hombre cuyo nombre era desconocido. Se habían llevado el susto de sus vidas y no solo eso, casi las pierden. Todos estaban muy alterados y asustados, sobre todo cierto rubio de ojos carmesí. 

Y no era para menos. 

—Les explicaré todo una vez estemos seguros en mi casa.— Habló el hombre de cabellos largos y negros. 

El ambiente era tenso, el aire pesaba y había un extraño olor en el viento, como a carne podrida. Los muchachos no tardaron en darse cuenta, inmediatamente se cubrieron la nariz y no se molestaron en ocultar su desagrado. 

—¡Apesta!— Gritó Kaminari. 

—¿Algo se pudrió?— Esta vez fue Bakugo. 

—Están cerca... 

Esas palabras hicieron a los jóvenes temblar, ¿cerca? Debía ser una broma tenía que ser una broma pero no, la verdad era que no era una broma. Esas cosas si estaba cerca y eso no era bueno. 

—¿A-a que se re-refiere?— Preguntó a duras penas Kaminari. 

—Esas cosas desprenden un mal olor cuando tienen hambre y buscan que comer.— Explicó el pelinegro. 

—Supongo que no deberíamos preocuparnos tanto, ¿no?, usted esta armado y hace rato salvó a Midoriya cuando fue atacado.— Kirishima trató de ser positivo, de buscar una forma en la que no todo se viera jodido. 

Pero aquello era casi imposible, por no decir del todo imposible. 

—Eso fue porque solo era uno y estaban en un lugar con árboles, lo cual les obstruía el paso a esas cosas— Explicó el hombre con su mirada fija en el frente y apretando la escopeta con fuerza. 

Tenían que estar alerta, esas cosas andaban con normalidad por el área, no podían ni respirar sin ser cuidados de no hacer tanto ruido. 

—¿Vamos a morir?- Preguntó un aterrorizado Kaminari. 

—Cállense, no hablen hasta que lleguemos a mi casa. 

El olor se empezó a hacer cada vez más fuerte, llegó al punto en el que tuvieron que parar y taparse casi que toca la boca y nariz. El viento se detuvo, no parecía ser llevado por el viento ya que no había viento. Sus cuerpos empezaron a temblar. 

| Al Ser Las Doce ¡Corre! |Where stories live. Discover now