Taehyung.

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—Buenos días, Tae.

Saludó con aquella dulce voz la madrastra de Taehyung. Una señora de 62 años y un par de meses, completamente amorosa que vivía con él y su familia desde que era prácticamente un niño. En realidad, para él era como una madre. Desde que tiene memoria, todos sus recuerdos son junto a ella. Incluso después de la muerte de su padre en la ciudad cuando él tenía 4 años y su hermano Yoongi tenía 6, ella los llevó a vivir con su familia al bonito pueblo de Sunnygreen.

—hola, HaMin.

Saludo el chico de ya 17 años, besando la mejilla de su querida madrastra. Tomó asiento en la mesa, donde de inmediato Seokjin, su hermanastro de 24 años, le dio un abrazo apretado y Yoongi le removió los cabellos. La madre se dio vuelta con un pastel que tenía escrito con chocolate unu felicidades grande, y una sonrisa estaba en su rostro en el momento que todos gritaron aquello.

—¡felicidades! — las tres voces a la vez, Yoongi sopló su corneta y el ruido explotó los oídos del confundido Taehyung. Seokjin le mostró la carta, y al entender de que se trataba, Taehyung la tomó y la abrió rápidamente, levantándose de la silla y gritando de la emoción, comenzando a saltar.

—¡oh por dios! ¡Estoy seleccionado, lo estoy! ¡Voy a participar en las carreras a caballo! — chillidos salieron de sus labios, lanzando la carta al aire y comenzando a bailar. Yoongi soltó una risa y se levantó para ir por un cuchillo para cortar el pastel.

—sabía que podías lograr esto y más, cariño. — la mujer acaricio lento los cabellos de su chico, sonriendo. Lo abrazó con cuidado y él respondió poniendo fuerza en el abrazo, completamente agradecido con la mujer que lo había criado. — siempre creí en ti, Taehyung.

—gracias por hacerlo, HaMin. — susurró avergonzado pero sin dejar de abrazarla. Allí luego la soltó, sonriente por la noticia, y siguió leyendo la carta sin dejar de hablarle. —cuando gane, le voy a devolver todo el dinero que gastó para que pueda entrar.

—sabes que no es necesario, corazón. Eres mi chico, es lo mínimo que puedo hacer por mi querido Tae y sus sueños.

Seokjin había soltado una risa, y en broma se cruzó de brazos fingiendo estar molesto.

—pero mamá, cuando te pedí un auto al cumplir 18 nisiquiera moviste un pie.

—Silencio Seokjin, no seas envidioso. — respondió HaMin, mirando al chico con el ceño fruncido. Yoongi soltó una risa trayendo los trozos en dos platos, y luego dos más.

—creo que está riendo, tía, no se enoje. — respondió dejando los platos, riendo aún. Los invito a tomar asiento y así fue, desayunaron alegremente a las 6 de la mañana aquel pastel que había preparado durante la madrugada para sus pequeños.

Cuando ya eran las 7:30 aproximadamente, ya iban de camino al gran campo tras su casa rústica en la parcela. Taehyung cargaba un sombrero para cuando hubiera sol, unas cajas de manzanas y Yoongi lo ayudaba con estas, cubierto también, pero con el traje para la miel. Aquel día le tocaría aquel trabajo. Se despidieron besando la mejilla de HaMin, quien era llevada en un carretón que conducía Seokjin al centro del pueblo, a su pequeño hospital (si se podía llamar así) a recibir sus medicinas del mes, y hacer compras en la zona. Siguieron caminando hasta donde estaban las cajas grandes llenas de manzanas, una vez allí comenzaron a llenar las más pequeñas. Taehyung soltaba risas al ver a Yoongi agotado al llevar tres cajas, él solo llevaba una pero su hermano insistía en que estaba bien así, que las dejaría en la estación y no habría problemas.

—¿cómo te ha ido en la escuela, Tae? — le preguntó su hermano, suspirando por el calor que le daba el molesto traje. Las campanas sonaron avisando que ya eran las 8 en punto, y ellos debían apurarse porque los trenes comenzaban a llegar a las 8:15 y el puesto debía estar armado a esa hora.

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⏰ Last updated: Oct 09, 2022 ⏰

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El pueblerino: el niño de las manzanas. Where stories live. Discover now