Segundo Interludio

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Segundo Interludio: Vals de media tarde.

-E-entonces, joven Diluc, nos vemos en la próxima clase- la mujer pronunció atropelladamente una despedida antes de irse corriendo de la sala, los ojos del nombrado siguieron a la figura que huía por la puerta antes de soltar tal suspiro que su alma parecío abandonar su cuerpo cansado que se dejaba arrastrar por la gravedad hasta caer como peso muerto al suelo. Una risilla sonó de fondo y Diluc le dirigió una mirada ardiente desde su posición.

-Ni se te ocurra hacer ningún comentario "inteligente" sobre esto- gruñó al joven que estaba cómodamente estirado en el diván, y este en cambio apretó el libro que estaba leyendo contra su estómago para dejar que su risilla se transformara en una carcajada profunda. - Kaeya- llamó como advertencia, y solo entonces su amigo comenzó a calmarse de su ataque de risa.

-Lo siento, Luc, pero es simplemente hilirante. Pisaste a la instructora tantas veces que prácticamente escapó de la lección, y generalmente es el alumno quien huye y no el maestro, ¿sabes?- Diluc chasqueó la lengua sin tener mucho con lo que abogar en su defensa.

-Antes dijiste que pelear y bailar no eran cosas muy distintas, pero no se parecen en nada- se quejó de todos modos, lo que hizo que Kaeya le diera una sonrisa ligera.

-¿Entonces ahora me culpas de que tengas dos pies izquierdos?, que audaz de su parte, capitán- el más joven se burló con un característico tono cantarín, y el otro no hizo más que soltar un bufido frustrado y dejar caer su cabeza de vuelta al suelo, totalmente dispuesto a ignorar al del parche. - No necesitas sentirte tan mal- Kaeya dice, de repente más comprensivo -solo es cosa de práctica- Diluc quería ser sarcástico respecto a ello, a Kaeya no le había tomado nada el dominar las clases de baile de salón, él en cambio seguía atrapado con el tonto vals.

-No me queda suficiente tiempo, el cumpleaños de padre está a la vuelta de la esquina, y como tú mismo dijiste, tengo un par de pies izquierdos, lo cual no me hace tener fe a que ocurra un milagro en lo que nos queda de tiempo- el pelirrojo abuchea, golpeando ligeramente con sus nudillos el piso, una muestra de su frustración.

-Pues en realidad no eres tan desafortunado como te haces sonar- el pelirrojo escucha unos pasos acercarse antes de que la imagen del techo de madera del salón fuera remplazada por el rostro de su amigo, observándolo con diversión desde arriba -tienes a tu milagro justo aquí- su sonrisa pícara logra intrigarlo pues lo conoce lo suficientemente bien como para saber que tiene algo entre manos, así que se incorpora, esperando escuchar el plan de este loco hermano juramentado suyo.

-¿Que tienes en mente? - Kaeya parece reconocer el brillo de esperanza en los ojos de Diluc, lo que lo obliga a retroceder un poco.

-No es nada tan increíble, en realidad, solo que me imaginé que tendrías problemas con esto del baile, así que durante las lecciones también aprendí la parte femenina para ayudarte a practicar- Kaeya se pone a cuclillas al lado suyo y en un gesto caprichoso pica la punta de la nariz del pelirrojo con su dedo, mientras que el propio Diluc lo mira anonadado, poniendo orden en su cabeza antes de soltar su segundo suspiro de la tarde.

-No sé si alabar tu capacidad de previsión o si ofenderme por ella- suelta con malhumor, y en respuesta recibe un encogimiento de hombros.

-Me conformo con que agradezcas el esfuerzo- bromea mientras se levanta y no tarda en ofrecerle una mano para que el pelirrojo lo imite, y él lo hace, aceptando su ayuda de por medio. Cuando están frente a frente, Diluc al final termina por darle una sonrisa junto con una pequeña caricia en la mano que aún sostiene.

-Gracias- Kaeya, que no esperaba la honestidad repentina del otro, no pudo evitar que se le escapara una expresión de sorpresa que sostuvo por un par de segundos, sin embargo se recompuso pronto, sonriendo como le es habitual.

-Vamos a poner el disco de nuevo- sus manos se sueltan, pero no por mucho; La música comienza a sonar, es un vals rápido de tres tiempos. - No es difícil identificar el ritmo, ¿verdad?- pregunta el más joven que, con naturalidad, lleva un brazo al hombro del pelirrojo mientras que su mano busca envolverse en los dedos del otro. Diluc sigue sus movimientos, de repente sensible a los latidos de su propio corazón, y finalmente se posiciona tal como la instructura había demandado en las primeras clases, una mano en la espalda de su compañero y la otra sosteniendo con gentileza la mano de piel morena.

-No, eso no me cuesta- decide que es mejor concentrarse en la melodía, identificando sin problemas el ritmo de la misma, tenía problemas en la danza pero no era un sordo musical, después de todo.

-Bien, a la cuenta de tres, ¿okay?- Diluc asiente y Kaeya empieza una cuenta regresiva.

-Un, dos, tres y... - en el primer paso, el joven muchacho suelta un gruñido adolorido - pie derecho Diluc, pie derecho- corrige, dejando caer la cabeza en el hombro de su compañero mientras aguanta el dolor.

-Creí que dijiste que tenía dos pies izquierdos- se burla, siempre rencoroso, incluso si el error en realidad no había sido a propósito.

-¿No lo dejarás ir, verdad?- el chico gruñe y Diluc medio sonríe en respuesta, siendo un rencoroso de profesión, seguro que seguiría echándole en cara aquella pequeña broma más adelante. El más joven suspira y renueva sus fuerzas. - Con esta das el primer paso, ¿entiendes?, esta- Kaeya suelta una de sus manos para indicar rápidamente con un par de palmaditas el costado de la pierna derecha de Diluc. El pelirrojo se ríe abiertamente esta vez, ignorando la permanente sensación de hormigueo que el toque deja sobre la piel sensible.

-Vamos de nuevo- suspira el moreno y vuelve a contar hacia atrás, esta vez Diluc parte con el pie indicado. -Un, dos, tres, cuatro, cinco, seis- Kaeya cuenta los pasos al ritmo de la melodía, su mente enfocada en múltiples tareas. - Ojos en tu pareja, tu espalda debe estar recta - él reprende al localizar errores elementales en la postura y no se pierde el gesto de su compañero que se muerde el labio por frustración.

-Si no miro donde pongo mis pies volveré a pisarte- advierte el mayor, a lo que su compañero responde poniendo los ojos en blanco antes de empujarlo desde el hombro y que sus pechos se apeguen, sin dejar espacio para que Diluc pueda mirar hacia abajo. El calor ajeno se filtra a través de la tela.

-Necesitas sentir lo que hace tu cuerpo, no verlo, ¿o acaso necesitas ver tu brazo cuando empuñas tu espada o tiras al arco?- él explica con calma mientras su agarre en el otro se afianza.

-No lo hago- Diluc responde algo intimidado por la cercanía, y la sonrisa franca de perlas blancas que Kaeya le lanza simplemente lo descoloca.

-¿Ves?, es prácticamente lo mismo que utilizar un arma, debes incorporarla a tu cuerpo y visualizarla- Diluc asiente tontamente y Kaeya lo interpreta como que aún no es capaz de entender bien a lo que se refiere, así que tan solo se limita a darle ánimos. - Eso no es algo que alguna vez se te haya dificultado, así que intentemoslo otra vez- y tal como dice, Kaeya cumple en guiarlo a través de la música, susurrando para él - un, dos, tres, paso al frente, al lado, pies juntos, y al frente, al lado... - lo guiaría cuanto fuera necesario hasta que aprendiera, incluso cuando tenían los días contados hasta la fecha del cumpleaños, Kaeya tenía plena confianza en Diluc. Lo conseguirían, juntos.

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Holaaaa, adivinen a quién casi se le olvida publicar hoy jajajaja 😅.
Lo siento, hoy tuve un día muy movido por asuntos de la universidad, pero por suerte me acordé de último momento. Si ven faltas de ortografía por ahí fue porque la revisión fue muy rápida, así que me disculpo de antemano.

Este es el último interludio, lo escribí con la idea de que fuera un descanso después de los sucesos del capítulo anterior, un poco de dulzura entre tanta amargura, ya saben. Este capítulo también marca el hecho de que ya entramos a la recta final!, ahora es solo cuestión de acomodar las piezas...

Con esto me despido, nos estamos leyendo este jueves!.

Con amor, Al.

En el ojo de la Tormenta - Genshin ImpactWhere stories live. Discover now