Día 1: Patos

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Día 1 - "Patos" – LuckityWeek2022

Los días normales de Karmaland comienzan siempre con una mina, y que mejor que ponerla en la entrada del chiringuito de IlloJuan.

—¡QUACKITY, TÚ, HIJO DE PUTA! —el grito de una voz gruesa atravesó por la tranquilidad haciendo que varias gaviotas salieran volando por la playa.

La risa del joven hacía que la paciencia de IlloJuan fuera para peor cuando lo vio correr desde detrás de un par de arbustos. Los dos corrieron, con Quackity tomando ventaja después de haberse lanzado con su tridente, escuchó como este quedaba muy atrás.

—¡Perdón, Juan! ¡Es que me equivoque de casa! —respondió entre risas y burlándose mientras más se alejaba. Ya no se había molestado en mirar hacia atrás pensando en que no lo perseguiría, pero apenas habían pasado unos segundos, una gentil ventisca desde atrás de su cabeza lo hizo mirar y ver que Juan venía a toda velocidad en la escoba de Sapo Peta.

—¿Tú que te crees, que te voy a dejar ir así como así? —preguntó de forma retórica —No, esta me la pagas, cabrón.

La sonrisa de Quackity se borró y apretando los labios de los nervios apresuró la velocidad con la que se lanzaba en dirección a la casa de Luzu.

—¡LUSUUUUUU! —gritó —¡LUSU, AYUDAME!

Los gritos del chico se hacían mas desesperados conforme se acercaba y desde el primer grito, el ahora psicólogo del pueblo lo había escuchado. Suspiró con media sonrisa y dejó la taza de café que estaba tomando para ir hacia la puerta a enterarse de la nueva travesura del menor.

Un golpe hizo que Quackity perdiera el equilibrio y estando a solo unos metros del suelo, chocó con un árbol provocando un gran estruendo. Luzu se apresuró en buscarle al escuchar aquello y lo vio subiendo a toda velocidad por las escaleras de su casa. Detrás venía un furioso Juan con espada en mano y unas claras intenciones de machacarlo por razones que probablemente se había buscado, pero que claramente no permitiría.

—¡Eh! ¿Pero que estáis haciendo ustedes dos? —Al ver las intenciones de Juan, Luzu se había interpuesto entre los dos para calmarlos poniendo a Quackity detrás suya.

—¡Pues nada! ¡Ya sabes que aquí a las personas les caigo mal, Lusu!

—Pero que mentira, tío. —dijo dirigiéndose al castaño. —Luzu, ya sabes que yo no me meto con nadie aquí a no ser que me hagan algo, y precisamente este pedazo de...

—Juan. —le detuvo antes de que lo insultara frente a él. —¿Qué te ha hecho Quackity?

—¡Me puso una mina, tio! ¡Me puso una mina en el chiringuito y justo ahora no está Willy ni Rubius para meterlo preso! Tú no puedes dejar que este vaya por ahí haciendo estas cosas.

Luzu miró sobre su hombro al escuchar una risita que provenía del menor y con el ceño medio fruncido cruzó los brazos.

—Tienes razón, Juan. Pásame la lista de daños que ha provocado y yo te los pagaré.

—¿Qué? —preguntó Quackity sorprendido y borrando esa sonrisa de burla.

—Mas vale, Luzu. Te los haré llegar en un rato —dijo envainando de nuevo la espada y tomando la escoba para montarse. —, pero no creas que tú y yo hemos acabado. —se despidió lanzando una amenaza al chico quien todavía miraba a Luzu con extrañeza.

Al ver que Juan se marchaba más tranquilo, Luzu le dedicó una mirada y con un gesto le indicó que ambos pasaran a casa.

—No, a ver, Lusu. ¿Cómo esta eso que vas a pagar por los daños? ¡No, no, no! Déjalo, qué tiene, ellos han sido racistas conmigo desde que llegué al pueblo y nadie me ha defendido, eso y más se merecen.

—Nadie ha sido racista contigo, Quacks. Solo estas buscando razones para portarte mal.

—Pero, a ver, ¿por qué tienes que pagar? ¿cuántas veces has pagado por algo que he hecho? —preguntó sentándose en la mesa y robando un pedazo de pan del plato que Luzu estaba desayunando.

—No tantas como piensas. —le respondió mientras le acercaba una taza para servirle un poco de leche.

—¿No tienes tequilita? En mi rancho se desayuna con un tequilita para despertarse y empezar bien a gusto las tareas del hogar. Las madres en México hacen eso.

—No te voy a dar tequila, Quackity.

La compañía tendía a volverse tediosa cuando se trataba de los karmalienses que iban de visita a casa de Luzu, pero por alguna razón, si se trataba de Quackity se sentía bien. Disfrutaba escuchar sus desordenadas ideas y ver comer al menor mientras contaba las anécdotas de cuando estaba en la escuela en su antiguo hogar.

Una sonrisa se formó en sus labios al ver como de mala gana aceptaba la leche. Miró a la esquina de su casa pensando en si darle aquello que había hecho hace unos días o esperar a que fuera un momento especial, pero al verlo por segunda vez, sintió que todos los momentos que pasaba junto a él eran especiales, así que con media sonrisa se levantó de la mesa y caminó hasta un cofre para sacar un par de camisas.

—Quackity, había querido darte esto —dijo llamando su atención. Luzu extendió el regalo sobre sus brazos y le mostró el dibujo que estaba plasmado en la tela.

—¡Es un pato, Lusuuu! —Quackity sonrió y se levantó para tomar la prenda. —Que bonito está, ¿cómo le hiciste?

—Maté a un pato y lo hice chamarra, Quackity. —dijo sarcástico. —¿Cómo que "cómo"? Pues la tejí, le he pedido a Vegetta un poco de lana y ya está.

—Está muy bonita.

—Y yo tengo otra igual. Ahora podemos ir a juego cuando vayamos a pasear por el pueblo.

Quackity no esperó ni un segundo para ponérsela y mostrando orgulloso el pato, le agradeció a Luzu con la mirada. Ambos sonrieron y continuaron desayunando tranquilamente.

***

- Una camisa de patos a juego para pasear por Karmaland – #LuckityWeek2022

Esta es mi primera aportación a la Luckity Nation. Desde que empezó Karmaland, con Luzu y Quackity cubitos comenzando a interactuar y llevando esa dinámica a lo que hoy conocemos, había querido hacer algo bonito, pero no se dibujar como para hacer fanarts, todo lo que tengo es mi imaginación para crear escenarios y pasarlos a un escrito ㅠㅠㅠ espero que sea suficiente y participar en todas (o casi todas) las prompts.

Luckity Week 2022Where stories live. Discover now